Clan "Inmortales"


domingo, 20 de junio de 2010

Capítulo 13-La Decisión

Entré a mi dormitorio con una toalla descansando en mi cuello era de color blanco y tenía grabado la letra principal de nuestro apellido, cerré la puerta detrás de mí y me dispuse a secar con ella mi melena oscura. Después de que permaneciera bajo la lluvia, me acababa de dar un baño de agua fresca y preparándome para la fiesta que daría mi padre esta noche. No dejaba de pensar en aquella misteriosa joven y en su misteriosa visita, sabía con certeza que no solo había venido a preguntar cosas sobre mi caballo, había algo más en ella que no pude averiguar cosa que me ponía demasiado nervioso, intenté dejar esos pensamientos a un lado para centrarme en la imagen de un ser hermoso, un ser latiente y delicado que me quitaba el sueño, si lo tuviera desde luego.
Pasé la toalla por mi pecho desnudo y quise comprobar algo que nunca sucedería, llevé la mano derecha hasta donde estaría mi corazón, pero no hallé latidos, solo un golpeteo constante y casi insonoro. No había vida en mi cuerpo, pero sin embargo vivía gracias a la sangre humana y animal, sin la sangre, que es indispensable para nosotros, nos deterioraríamos en cuestión de horas solo entonces, podríamos morir. Al beber la sangre de un humano, le arrebatas su fuerza vital y es así como nos hemos ido manteniendo con el paso de los años.
Di un suspiro de frustración y arrojé la toalla sobre mi cama, gotas de agua corrían por mi espalda, caminé hacía el armario de color cerezo y abrí sus puertas de par en par. No me quedé demasiado tiempo pensando en que iba a ponerme, seleccioné un traje gris oscuro, con una camisa blanca que iría debajo de un chaleco abotonado al pecho.
Fui hasta un espejo ovalado sujeto por unas patas de madera para anudar la corbata de color gris que llevaba enroscada a mi cuello, aparentemente parecía humano, así era como me veía Liz…como una mentira. Aparte mis ojos del espejo y dejé de juguetear con el nudo de la corbata, tuve la tentación de golpear aquella imagen que mostraba algo que no era. La garganta me ardía, no había bebido en unas horas y mi sistema inmunitario ya me estaba reclamando que lo hiciera pronto si no quisiera sufrir las consecuencias. Eché una última mirada al espejo ovalado para comprobar mis cabellos, aún estaba mojado y algo alborotado, pasé una de mis manos por ellos y lo dejé tal como estaba.
Salí por la puerta y me topé con mi hermana, en su pálida mano llevaba una copa de cristal con grabados y en su interior un liquido de un color rojo humeante.
-Toma, bebe, no tienes buen aspecto Brandom.-Dijo Mary con media sonrisa.
Al parecer sintió mi necesidad de sangre y acudió en cuanto me vio demacrado.
-Estoy bien Mary, no tienes por que preocuparte tanto.-Le dije mientras estiraba el cuello de mi camisa.
-No me preocuparé a no ser que no te bebas esta copa.-Dijo estirando su mano para que la tomara entre las mías.
Sonreí y ella me devolvió la suya cuando vio que la acercaba a mis labios. Las aletas de mi nariz se hincharon cuando sentí la sangre correr por mi garganta, miré a mi hermana y en sus ojos podía ver que ya estaba más tranquila, pasé la lengua por mis dientes y sonreí ocultándolos.
-Gracias Mary, ya me encuentro mucho mejor.-Le agradecí.
Mi hermana cogió la copa de entre mis manos y torció su sonrisa angelical.
-Voy a prepararme, te veré abajo.-Dijo pasando su fresca mano por mí rostro.
Asentí con la cabeza y le devolví su esplendida sonrisa.
Mis ojos siguieron sus pasos cuando caminó por el largo corredor para ir a su dormitorio, corrí para ponerme a su lado y la tomé por el brazo, Mary me miraba con ojos asustados esperando que le contara lo que estaba ocurriendo.
-Mary, escucha atentamente.-Dije en un susurro.-Tengo que salir, si alguien pregunta por mí les dices que fui a buscar a Estefi, salió de caza sola.-Le dije mientras miraba a mi alrededor.
Mi hermana frunció el ceño y miró por encima de mis hombros para comprobar que no había nadie cerca que nos pudiera escuchar.
-Pero en realidad no vas a buscarla, ¿estoy en lo cierto?.-Dijo muy segura de sus palabras.
Asentí con la cabeza mirando fijamente sus ojos preocupados.
-Tengo que ir a ver a Liz. -Dije.
-No Brandom…que….-Se apresuró a decir.
Siseé por un segundo cuando escuche que alguien bajaba por las escaleras, cogí a mi hermana por el brazo y abrí la puerta de su dormitorio para que no nos sorprendieran hablando de algo que no le iba a gustar a mi padre.
-Escúchame, tú solo tienes que decir que fui a buscar a Estefi, intenta que no entre en tu mente o descubrirá que le has mentido.
Mary me miraba más confusa que antes, pero no había tiempo para explicar el por qué tenía que salir inmediatamente a verla, mi padre tramaba algo y tenía que actuar rápidamente.
Me dirigí a las escaleras y bajé por ellas a toda velocidad, mi padre se encontraba en la entrada hablando alegremente con August el mayordomo, aminoré mi paso y pase las manos por mi chaleco para alisar unas pequeñas arugas que este llevaba.
Mi padre cruzó su mirada con la mía y esbozó una amplia sonrisa, le saludé con la cabeza y me dirigí a la puerta trasera para salir al exterior.
La noche había entrado rápidamente en Londres, la lluvia había cesado y el aire fresco traía el aroma de todas las flores del jardín, fui hasta el cobertizo y la puerta chirrió al abrirla, me pareció que Fenix sonrió en ese momento, acaricié con suavidad el lomo y con la mano que me quedaba libre desaté las riendas con rapidez.
-Tranquilo chico, vamos a dar un paseo.-Dije casi en un susurro.
Tiré de las riendas suavemente al exterior hasta conseguir que Fenix saliera del cobertizo, cerré la puerta y eché una rápida mirada a la puerta trasera de la mansión, quería asegurarme de que nadie me había visto salir. Rodeé la casa con Fenix siguiendo mi paso, al llegar a la verja de la entrada principal dudé por un segundo si lo que estaba haciendo estaría bien o mal, en cualquier caso me daba lo mismo, abrí la verja e hice que Fenix saliera al exterior.
Una vez fuera monté sobre mi caballo oscuro y emprendí al galope por el largo camino de tierra dejando una polvareda detrás de mí, necesitaba ver a Liz, sentía la necesidad de ver su rostro aniñado, sus mejillas sonrojadas cuando la tenía frente a mí, su palpitante corazón latiendo aceleradamente cuando rozaba su cálida piel, su voz acompañada de un aliento suave y fresco como el viento que ahora comenzaba a envolverme.
Otra vez esta sensación cálida dentro de mi pecho, negué con la cabeza y golpee con el talón el lomo de Fenix para que corriera lo más rápido posible, a lo lejos, me pareció divisar una silueta de mujer, no le di demasiada importancia y continué con mi camino sin mirar nada más.
Me quedaba poco tiempo para pensar en que iba a decirle, como me iba a presentar allí, o tal vez corría el riesgo de que no hubiera nadie en casa, en cualquier caso tenia que intentarlo, la decisión que había tomado debía de mantenerla, acabar con todo los lazos que me unían a ella, dos personas de diferentes mundos no podrían acabar bien.
Unas luces se divisaron a lo lejos, significaba que en su interior había alguien a si que no esperé más, crucé la valla de madera y di un salto del caballo con las riendas en la mano, las até a un árbol cercano dentro de la propiedad de los Jenzen y me quedé sin argumentos cuando estaba frente a la casita blanca.
Aspiré profundamente y alise mi chaleco con las palmas de las manos, poco después las cerré en un puño y avancé hacia la entrada principal con el paso tan acelerado como mi respiración. Subí por las escaleras del porche hasta ponerme frente a la puerta. Alcé mi mano derecha para golpear en ella con mis nudillos pero entonces escuche las risas de una niña y no quise interrumpir ese momento. Sentí curiosidad y con sigilo me asomé por una ventana que estaba situada al lado derecho de la puerta principal, las cortinas de color blanco estaban echadas pero se podía ver con claridad el interior de un acogedor salón con los miembros de una familia.
Mis ojos se centraron en aquel ángel de cabellos dorados y sonrisa celestial, jugaba hacer cosquillas a su pequeña hermana y a poner caras raras pero me resultaba igual de hermosa, una mujer de gafas redondeadas llevaba una bandeja de color plateada sobre su mano, la dejó descansar sobre una mesa de madera gastada, y el señor que estaba sentado alegremente en un sofá de color beige observaba a sus dos hijas como se abalanzaron sobre la mesa a beber un vaso de leche caliente con unos bollos de azúcar.
Me pareció algo maravilloso poder observar el comportamiento humano, la vida en familia, sentí un nudo en mi garganta e intente aclarármela, estaba presenciando un acontecimiento que yo nunca podría aspirar y mucho menos a tener.
Me aparté de la ventana y apoyé mi espalda contra la pared, cerré los ojos con fuerza y me llevé el dedo pulgar e índice hasta mis ojos, no tenía el valor suficiente para deshacerme de Liz, había llegado hasta aquí por una razón, pero lo cierto es que después de haberla visto todo lo que había pensado se desvaneció al contemplarla.
Si le hubiera dicho que no querría volver a verla nunca más eso no solucionarían las cosas, seguiría estando en el punto de mira de mi padre, hubiera cometido un error, mi deber era protegerla de mi especie, mi deber era amarla hasta que dejara de existir.

Solté el aire que había tomado antes de echar un último vistazo por aquella ventana, al asomarme lentamente el rostro de Liz me sorprendió, sus labios estaban despegados y su ceño fruncido por la confusión.
Llevé el dedo índice hasta mis labios para que no dijera nada, cosa que entendió, se levantó de su mesa pero negué con la cabeza, en ese momento su padre se levantó del sofá para dirigirse hacia la mesa, me aparté rápidamente de la ventana y unos pasos acelerados avanzaron hacia la puerta, moví mis ojos a toda velocidad a un conjunto de flores que tenían los Jenzen en su pequeño jardín.
Corté por el tallo una hermosa rosa de color rojo intenso y la dejé descansando en el porche justo frente a la puerta.
Segundos después desaparecí en la oscura y fresca noche sin apartar los ojos de la entrada, pude ver como alargó su mano y rescató del suelo aquella rosa, su sonrisa mirando hacia la oscuridad de la noche me dejaba sin aliento, sin duda, esa sonrisa era para mí.
-Te quiero Brandom…-Dijo en un susurro tan bajo que me costó escucharlo.
Nunca había sentido el amor que un humano pudiera llegar a tener por otro ser, me hacia sentir especial, me sentía vivo.
-Yo también te quiero Liz.-Contesté.
Aunque no lo pudiera escuchar, contesté con una sonrisa y el corazón en llamas.
De vuelta a la mansión, me preguntaba si habían notado mi ausencia, intente por todos los medios no crear un vinculo que pudieran penetrar en mis pensamientos, aunque bastaba solo que me mirasen los ojos para comprobar que había vuelto a ver a esa pequeña humana.
Al llegar a la verja de la entrada, bajé de mi caballo oscuro sujetando con una mano las riendas, la primera letra de nuestro apellido se abrió de par en par cuando quité las gruesas cadenas mientras que unos andares femeninos se dirigieron a mi encuentro.
-¿Disfrutaste de tu paseo nocturno querido primo?.-Dijo Estefi con las manos ocultas tras su espalda.
Crucé la verja con Fenix y se ofreció a cerrar mientras clavaba sus ojos de fuego en los míos sin dejar de sonreír.
-Sí, me ha venido muy bien, ¿acabas de llegar?.-Pregunté con interés.
Pestañeó maravillada y sonrió entre dientes.
-¿Estabas preocupado por mí?.-Preguntó jugando con uno de sus mechones rojizos.
Estaría mal si le dijera que no me importaba en absoluto, pero tenía que mentir, me aclaré la garganta y eché un rápido vistazo a los ventanales de la mansión, las luces estaban encendidas y dentro de ella se escuchaba una melodía musical.
-Sí claro, salí a buscarte, ¿no te lo dijeron?.-Pregunté aparentemente preocupado.
Estefi sonrió y cogió las riendas de mi caballo para dirigirse al cobertizo, su vestido de color azul celeste se unió a sus andares y sin mirar hacia atrás soltó una pequeña risita.
-Me lo dijo Mary, después de que yo te viera en el camino.-Dijo alzando su voz.
Mi respiración se agitó, sabía que aquella figura de mujer me resultaba familiar pero hice caso omiso, corrí para ponerme a su lado e intenté no mostrar mi nerviosismo.
-Lo siento, no te vi en ese momento.-Me disculpé.
-Está bien.-Dijo sonriendo.-Ya me ocupo yo de tu caballo, será mejor que entres los invitados están esperando.-Dijo desapareciendo dentro del cobertizo.
Intenté estudiar su mente pero no hallé nada de lo que pudiera preocuparme, al parecer no me siguió, pero tampoco creía que hubiera salido con el fin de buscarla, su mente creía que hubiera ido a ver a Liz, y realmente estaba en lo cierto pero no tenía ninguna intención de preguntármelo.
Dí un suspiro largo y corrí hasta las escaleras de la puerta trasera, la abrí y Dorothy estaba en la cocina con dos personas más de la servidumbre, hablaban en voz baja y cuando me vieron irrumpir en la cocina Dorothy se apresuró a encontrarse conmigo.
-¡Mi niño Brandom!-Gritó al verme.-No puede irse así sin decir nada, ¿ha ocurrido algo?.-Preguntó asustada.
-Tranquila Dorothy todo está bien, solo salí a buscar a mi prima.-Contesté mirando al resto de la servidumbre.
-Hay señor, no puede salir solo por las noches, Margarite salió al pueblo hacer unos recados, y pudo escuchar que las autoridades están por los alrededores intentando dar caza a….-Se llevó una mano a labios para no decir algo que era completamente cierto.
-A él asesino, lo sé Dorothy.-Dije amargamente aflojando el nudo de mi corbata.
Dorothy tomó mis manos y las acarició con cariño.
-Mi niño, usted no es un asesino, solo se alimenta de lo que su cuerpo le permite, al igual que nosotros nos alimentamos de la carne de los animales, seríamos asesinos también pero no lo somos.-Dijo Dorothy acariciando mi pálida mejilla.
-Eso no es así, acabar con la vida humana es un delito castigado con la horca.-Dije pasando una mano por mis cabellos oscuros.-Pero tranquila Dorothy, voy a estar bien, no te preocupes más.-Dije con una sonrisa amarga al final de la frase.
Me miró con preocupación y froté su brazo con cariño, realmente era como una madre para mí, tenía ese amor que solo una madre podría tener por sus hijos, era una lástima que no pudiera decir algo parecido de mi padre.
-Mi niño, le esperan en el salón principal.-Anunció Dorothy con un tono de voz más calmado.
Solté su brazo y le hice un guiño con el ojo a lo que ella respondió con una sonrisa.

10 comentarios:

  1. Soy el primero en comentar !!!!
    Ame el capitulo , Se nota que Ama a Liz , y La idea de la rosa ! Me encanto ><
    muy bueno el cpaitulo , me gusto .
    Publica pronto
    Te quiero
    XoXo.

    Rosebelle

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  2. graxias wapisima!!, (menos mal ke ya funciona las entradas para ke comenteis xD).Uf..yo cuando imagine esto de la rosa en su puerta ufff...lo escribi y lo lei un monton de veces jajaja.

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  3. Hola, nena
    El capitulo estuvo estupendo
    Brandom es un romantico nato
    Te felicito, tu historia es genial

    Cuidate mucho y publica pronto

    DTB

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  4. Wooooww! mee impaactastee!! escriibes geeniial!
    yaa tieenes una seeeguidoora mass! enseriio tiienes talennto!;) mee encantaa tu bloogg!
    Escribee Prontoo!=D


    Quiidate Mushhho!!

    Ahhh ii pasaate! ~
    http://theabductionsymphony.blogspot.com/

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  5. Simplemente exquisito no cabe duda de que capitulo tras capitulo te superas mas y mas.
    Lo dije antes y lo repito ahora, eres increíblemente buena escribiendo, personalmente
    me siento embelesado con la trama de la historia, me encanta la sutileza que usas en
    el desarrollo de cada personaje, tienes talento a raudales.
    Sigue adelante y no dejes de escribir lo haces estupendamente bien.
    un beso

    P.D. No sabia que habías escrito un nuevo capitulo

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  6. madre mia, vaya comentariazos, pero te lo mereces está muy bien¡¡¡ XD

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  7. me encanto sobre todo la rosa que le regala brandon a liz aiii y cuando le dice te quiero y el le responde con lo mismo aiiinsss que suspiros me voy al siguiente ajajajjajaja haber que sorpresa le dan al pobree ajaja besos primisss

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  8. me parece que no queda nada mas por decir jaja ellas lo han dich todo! Un beso.Naty

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