Clan "Inmortales"


martes, 6 de julio de 2010

Capítulo 14-Fiesta Prohibida

Crucé la cocina y caminé por el pasillo que conectaba con la entrada principal, pasé por delante de las escaleras para entrar en el salón, la música seguía sonando en toda la mansión y cada vez que me iba acercando escuchaba los murmullos más cercanos.
Oculté mis manos en mi pantalón grisáceo e irrumpí en el salón, decenas de caras me miraron en ese momento, segundos después alguna que otra sonrisa.
En la estancia habían caras conocidas, como por ejemplo la hermana de mi padre Naiara, una hermosa mujer de pelo negro y laceo. Vestía con un vestido rojo metalizado a juego con una gargantilla de diamantes ajustado a su cuello de cisne, en sus brazos estaba su hijo pequeño, Alex.
Un pequeño de cinco años de edad, en realidad debería de tener cientos, pero se conservaba eternamente joven. Sus ojos rojos hacían juego con los de su padre, Michael, el esposo de Naiara.
Naiara clavó sus ojos azules intensos en los míos mientras se acercaba a darme un cariñoso abrazo.
Michael su esposo, tenía sus pálidas manos escondidas detrás de su espalda y me dedico una amplia sonrisa, su perilla pareció estirarse cuando hizo tal gesto cosa que me pareció gracioso y le devolví la mía estrechando afablemente su mano.
-¡Cuidado!.-Se quejó.-Un día de estos me romperás la mano.-Bromeó.
Miré por encima de su hombro girando mi cabeza y vi a Evelyn que me miraba tímidamente.
Evelyn era la hija de mis tíos, Michael y Naiara, y por supuesto la hermana mayor de Alex, era pálida y fría como el hielo, su cabello era castaño y laceo como el de su madre, y sus ojos del color de la sangre.
Vestía con un vestido oscuro de raso ceñido hasta la cintura, y sus manos estaban ocultas por unos guantes de la misma tela que le llegaban hasta los codos, la sonreí abiertamente y me devolvió la suya. Evelyn tenía unos catorce años, y era tan tranquila que parecía que no estaba allí.
-Hola señorita.-La saludé tomando su mano y besando la base de esta.
Mi pequeña prima pareció ruborizarse y comenzó a bailotear sin mover los pies de la alfombra que teníamos justo debajo.
Un rostro preocupado me miró desde el otro lado del salón, torcí mi sonrisa y dejé que mi hermana leyera mis pensamientos para tranquilizarla, dio un suspiro de alivio cuando pudo ver en ellos que Estefi no vio nada mas allá de mis pensamientos.
Alisé mi chaleco con las palmas de las manos mientras me dirigía hacia ella , sostenía una copa de cristal y se la acercó a los labios para dar un sorbo, justo después la dejó encima de una mesa alargada donde se podía ver un cuenco plateado lleno de sangre y varias copas medio vacías que los invitados iban acumulando.
Mary acarició nerviosamente con sus dedos un lazo de seda de color de la sangre que llevaba ajustado al cuello, sus ojos se dirigieron en todas direcciones cuando estaba frente a ella.
-¿Cómo has podido?.-Preguntó casi en un susurro.-¿Te das cuenta del lio en que te meterás si padre descubre que fuiste a ver a la humana?.-Dijo realmente preocupada.
Miré hacia el lado derecho del salón donde una mujer de ojos verdosos me sonreía y alzaba su copa en modo de saludo, sonreí indiferente y mis ojos se encontraron con la mirada preocupada de Mary.
-He tomado una decisión, permaneceré al lado de Liz, sé que mi deber es estar a su lado y protegerla de nuestra especie.-Dije.
-La amas Brandom, eso es lo que te empuja a protegerla, pero si lo haces el que correrá peligro serás tú.-Contestó con un hilo de voz.
Suspiré amargamente hacia un lado y volvi a encontrarme con los ojos de mi hermana.
-No importa lo que a mí me pueda pasar, no sería tan terrible comparado con el daño que pudieran hacerla, solo entonces sufriría.-Dije cerrando la mano en un puño.
Mary notó mi respiración agitada y frotó mi brazo con cariño pidiéndome calma.
-Está bien, yo te voy ayudar.-Dijo.-Pero…primero debemos pensar en algo.
¿Ya se te ha ocurrido contarle a Liz lo que somos?.-Preguntó.
Su pregunta hizo que reaccionase de momento y un nudo se me creo la garganta.
-Eso es algo que jamás me he planteado, yo estaré a su lado, pero desde las sombras, nosotros nunca podremos estar juntos, somos especies distintas y el riesgo de matarla es muy alto.-Dije mordiéndome el labio. -No puedo mirarla como mi pareja, aunque reconozco que lo anhelo y lo deseo con todas mis fuerzas.
Negué con la cabeza y otro suspiro salió de lo más profundo de mi ser cuando pensé por un momento que Liz podría conocer algún humano, casarse y tener hijos como hacen el resto de las personas, yo estaría ahí, para ella, pero jamás estaría ella para mí.
Una voz interrumpió mis pensamientos amargos y dediqué una media sonrisa a mi padre que venía hacia a mí con los brazos abiertos, Mary agachó su mirada antes de desaparecer de mi vista y aquella misteriosa mujer de ojos verdosos caminó hacia a mí junto con mi padre.
-Hijo.-Dijo esbozando una sonrisa mientras me daba una palmada en la espalda.-Te presento a Christine Adams.
Mi padre tomó la mano de aquella mujer y ésta hizo una reverencia con su cabeza, sus rizos de color castaño le caían por la nuca ligeramente, cuando alzó sus ojos para encontrarse con los mios se ruborizó.
-Es un placer conocerle.-Dijo amablemente.
-El placer es mío señorita Adams.-Contesté tomando su cálida mano.
Se podía percibir que era humana, y al juzgar por sus pensamientos sabía lo que éramos, y no era de extrañar, mi padre organizaba fiestas para acoger a un nuevo miembro en nuestro clan.
Miembros que no tenían nada en su vida humana y deseaban tener otra completamente distinta, una vida eterna a cambio de servir a mi padre por toda la eternidad.
Todas aquellas personas que mi padre reclutaba las tenia esparcidas por Rumania, Transilvania, Inglaterra y Londres.
La misión de las mujeres era atraer victimas para después, ofrecérselas a mi padre, de esta manera mi padre no se molestaba en salir de caza, la bodega siempre estaba repleta de sangre para todo el año. Y la misión de los hombres se trataba de proteger los territorios que eran de mi padre, la última batalla en la que intervenimos fue en Alemania hacía ya casi doce años.
Cazábamos muy habitualmente puesto que no teníamos a muchos de nosotros, aquello era un caos, cientos de personas con armas rondaban la ciudad día y noche no teníamos demasiado tiempo para alimentarnos, pues algunos quedaron moribundos y otros pasaron automáticamente a la transformación a través del virus que llevamos en nuestra sangre
Poco a poco se fue creando un fuerte clan que impidió que nos quedáramos con nuestro territorio, perdimos el poder y mi padre decidió aumentar las defensas en la familia.
-Es un honor poder formar parte de esto.-Dijo aquella joven de ojos verdosos.
-Si me disculpáis.-Dije con el fin de escapar de allí antes de que mi padre dijera algo que no quería escuchar.
Christine cruzó la mirada con la de mi padre antes de que yo les diera la espalda, una mano helada me tocó el hombro, cuando me detuve a mirarla en su dedo descansaba un anillo dorado con una perla rojiza, fruncí el ceño y mi padre se puso frente a mí.
-¿Qué aroma tan jovial verdad?. Disfruta de ella, tienes el poder para hacer lo que quieras, el mundo en nuestro, saborea cada momento y no te prives de nada hijo.-Dijo dándome una palmada en el brazo.
Cuando desapareció, apreté mis ojos con fuerza, me estaba dominando el deseo incontrolable de beber la sangre que corría a toda velocidad por sus venas, no era la primera vez que quitaba una vida humana para darle una nueva, pero esta vez estaba completamente descontrolado.
Giré sobre mi mismo encontrándome con aquella indefensa joven, ahora todas las humanas que veía ante mi eran Elizabeth Jenzen.
No deseaba nada mas en este mundo que rozar su piel y acariciar sus labios con los míos, notar su palpitante corazón encima de mi pecho y acariciar cada curva de su cuerpo perfecto.
Ese aroma a sangre que desprendía la humana que tenía ante a mi me ponía frenético, caminé hacia a ella con pasos acelerados y ésta jugueteaba con uno de los mechones de su nuca, su corazón palpitaba aceleradamente cuando estuvimos cerca el uno del otro.
-Me encantaría que lo hicieses tú. –Dijo mordiéndose el labio inferior.
No me pareció que estuviese aterrada con la idea de la conversión, es más parecía de lo más encantada, en su mente pude ver que me deseaba al igual que yo, pero no de la manera en la que desean los humanos, yo deseaba beber cada gota de su vida.
La tomé por la cintura y la fui llevando hasta la puerta más cercana que teníamos para salir, Christine apoyó sus manos en mi pecho maravillada, cruzamos la puerta para meternos en la sala de estar y allí la tomé en mis brazos rasgando su vestido de color azul celeste.
Christine pasó sus manos alrededor de mi cuello y estampó sus labios con los míos, su respiración acelerada hizo que la besara con furia , me liberé de uno de sus brazos y llevé mis labios helados hasta su muñeca donde mis afilados dientes se hundieron en aquella carne cálida.
Christine dio un gemido en el aire y se desvaneció lentamente en el suelo sin dejar de mirar como succionaba su sangre caliente, hizo varios intentos en liberarse pero tenía su brazo aferrado en mis manos.
La sangre corría por mi garganta y activaba todos mis nervios, sentí como el cuerpo de Christine abandonaba y se entregaba a mí por completo, no había nada que me produjera más placer que devorar una vida humana.

6 comentarios:

  1. Me encantooooooooooooooooooooooo!!!!!!!
    Valio la pena la espera

    Please, publica pronto

    Bye

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  2. WOW !
    estuvo mucho mas que genial magnifico !!
    Me encanto .
    y si valio la espera .
    Publica pronto
    te quiero
    byeee

    XoXo
    Rosebelle

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  3. Hmmm.....Por que nos haces esto??? que injusto, nos dejas con la miel en los labios, estaba seguro q bajando mas con la ruedita del raton habria mas para leer pero no fue asi :( waaaaaaaaaa!!! me quede con ganas de mas....
    Niña linda simplemente genial, cada palabra, cada frase esta puesta milimetricamente en su lugar, se ve que tienes toda la historia muy controlada.
    sigue escribiendo
    Un beso, muaah

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  4. me gusto!! muchisimo!!un besoo!! NATY

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