Los rayos de un sol debilitado se colaron por mi ventana, no había dormido en casi toda la noche pensando en el rostro angelical de mi salvador.
Mi mano estaba escondida debajo de la almohada esponjosa y noté que había algo dentro de ella, al liberarla salió una preciosa rosa de color rojo intenso.
Mi sonrisa se ensanchó cuando la vi de nuevo, estaba algo arrugada y se le había caído un pétalo después de pasar toda la noche a mi lado, mi mente se sumergió en la noche anterior, cuando vi su hermoso rostro mirando a través de la ventana, mi corazón latía velozmente cuando sus ojos del color de la miel se clavaron en los míos.
Mis mejillas se encendieron y me incorporé en la cama para estirarme, estaba demasiado cansada pero aquello no me preocupaba demasiado.
Puse mis pies descalzaos sobre el suelo y avancé hasta el escritorio para dejar aquella rosa en un jarrón con flores de colores, sin duda aquella rosa destacaba de entre todas ellas.
Abrí la ventana y el cielo parecía estar encapotado pero hacía bastante calor, pasé una mano por mi brazo acariciándolo mientras observaba el paisaje del exterior, esto de vivir a las afueras de Londres tenía su encanto, me gustaba más rodearme de naturaleza que de la ciudad.
-¿Liz, estas despierta?.-Preguntó mi madre desde el otro lado de la puerta.
-Sí, enseguida bajo mamá.-Dije con una sonrisa.
Había motivos por los que sonreír, y ese motivo era Brandom Akerman.
Me dirigí hacia el armario para escoger un vestido, abrí las puertas y me quité el camisón que llevaba puesto dejando mi cuerpo desnudo, me vestí y acto seguido fui al baño para asearme y peinar mis cabellos.
Bajé por las escaleras apresuradamente y mi madre ya tenía preparado el desayuno, Amelia estaba sentada al lado de mi padre que sostenía un periódico con una mano mientras que con la otra llevaba la taza de café a sus labios para dar un sorbo.
-Buenos días dormilona.-Dijo mi padre sin levantar la vista del periódico.
-Buenos días.- Contesté dejando ver una amplia sonrisa.
Me senté al lado de mi hermana y ésta me estudió el rostro con detenimiento, puse una servilleta de tela sobre mi regazo mientras que la observaba de reojo.
-Amy, ¿qué ocurre, porque me miras así?.-Pregunté en voz baja.
Mi hermana apoyó un codo sobre la mesa y dejó parte de su cara descansando en la palma de su mano, torció su sonrisa y echó una rápida mirada a mi padre que aún seguía inmerso leyendo el periódico.
-¿Soñaste otra vez con el galán?.-Dijo acercándose a mi oído.
Me mordí el labio y fruncí el ceño negando con la cabeza, no me gustaba que Amelia me hiciera preguntas sobre ese tipo delante de mi padre aunque él no se percató de nada.
Solo eran preguntas inofensivas sobre un galán de mi imaginación, no quería imaginar que Amelia me hiciera preguntas sobre Brandom en presencia de mis padres, me moriría de vergüenza.
Siempre nos enseñaron que no deberíamos dejarnos cortejar por los muchachos, que eso solo lo podríamos consentir cuando fuésemos mayores, mucho más mayores.
Éramos unas niñas, bueno eso podría decirse de Amelia, yo estaba a escasos días de cumplir diecisiete años era toda una mujer, o al menos así me sentía.
-Bueno, ¿que tenéis pensado hacer hoy jovencitas?. –Preguntó mi padre dejando el periódico sobre la mesa.
Mi hermana cogió su tazón de leche con ambas manos y se los acercó a los labios para soplar en su interior, me echó una rápida mirada antes de beber y sonrió.
-Podríamos ir al bosque.-Dijo Amy.
-Me temo que no va a poder ser Amelia, debería de ir a casa de Yuls.- Contesté cogiendo una rosquilla cubierta de azúcar.
-¿Tienes que hacer tareas de la escuela?.-Preguntó mi madre dando un sorbo de su taza.
Negué con la cabeza y esperé a tragar aquella bola azucarada que se me estaba creando en la boca, acto seguido cogí el paño de mi regazo y me limpié las comisuras de los labios.
-No mamá, solo que me gustaría ir a visitarla.-Contesté.
Mi padre tarareó con sus dedos en la mesa de madera y dejó caer su espalda en el respaldo de la silla.
-Casi se me olvida, ayer tarde vino por casa tu amiga. –Dijo.
-¿Yuls?.- Pregunté cogiendo mi taza de leche.
Mi padre negó con la cabeza y chasqueó los dedos intentando recordar un nombre.
-Tú amiga japonesa, Karisma.-Contestó.
Alcé las cejas y luego mi rostro se llenó de decepción, tal vez hubiera venido a casa para contarme algo importante, algo dentro de mi me preocupaba, no podía dejar de darle vueltas a lo que le ocurrió con su novio. Un nudo se me creó en el estomago impidiendo que comiese, dejé la taza de leche sobre la mesa y le ofrecí la media rosquilla a mi hermana a lo que contestó con un si rotundo.
-¿No la visteis ayer en el festival?.-Preguntó mi madre.
-Sí, pero había muchísima gente, no me pude acercar a ella en ese momento, después comenzó a llover y toda la multitud se dispersó mientras que Amelia y yo esperamos a que dejara de llover. –Conteste.
Si que podría a verme acercado hasta Karisma para saber cómo se encontraba, pero toda mi atención estaba centrada en Brandom.
Me sentí muy mal al saber que mi amiga había venido hasta aquí solo para hablar conmigo cuando yo lo podría haber hecho en el festival, en ese momento pensé solamente en mí y eso me hacía sentir miserable.
-Iré a su casa de camino, espero encontrarla allí.-Dije poniéndome en pié para salir.
-No tardes demasiado cariño, hoy haremos un picnic en el bosque. Dijo mi madre alzando una cesta de mimbre.
-De acuerdo mamá, adiós.-Me despedí torciendo mi sonrisa.
-¡Espera espera!.- Dijo mi padre alzando la voz.
Me giré sobre mi misma y me encontré con la mirada fruncida de mi padre.
-¿No terminas de desayunar?.-Preguntó.
Hice un mohín llevando una mano al estómago.
-Estoy llena, además tengo que hacer hueco para el picnic, adiós.- Me despedí de nuevo.
Salí por la puerta antes de que volvieran a echarme una reprimenda por algo más y me dirigí colina arriba agarrando mis vestidos con ambas manos.
El cielo estaba encapotado pero no tenía previsto que se pusiera a llover, el aire era fresco y fragante y traía olores a naturaleza, me resultaba tonificante.
Crucé el prado con la respiración agitada y me detuve unos segundos después para recuperar el aliento, miré a mi alrededor y todo me recordaba a Brandom, la tarde que estuvimos sentados tan cerca el uno del otro, negué con la cabeza y reanudé mi marcha hacia la casa de Karsima.
Atajé por un camino polvoriento con ramajes a ambos lados de este, iba mirando hacia el suelo y de vez en cuando mis zapatos oscuros cubiertos de polvo, de pronto un sonido captó mi atención.
Un crujido de ramas se escuchaba en el lado derecho del camino, me detuve para acercarme apartando las ramas que impedían mi paso hacia aquel sonido.
Intenté agudizar mis oídos pero de poco me sirvió ya que aquel sonido había cesado, probablemente sería alguna ardilla o cualquier insecto.
Cuando me giré para volver al camino polvoriento clavé mis ojos en una tela de color blanco que estaba entre un arbusto.
Miré a mi alrededor intentado localizar una rama que me sirviera para no cogerlo con las manos y di con un palo alargado y fino.
Fui hacia el arbusto y alargué aquel palo para capturar aquella tela raída, al cogerlo varias moscas emprendieron el vuelo a mi alrededor, lo consideré como un ataque por haberlas molestado, cuando mis ojos se volvieron para ver aquella tela mi reacción fue lanzarlo lejos cubriéndome la nariz y parte de mi boca para evitar vomitar.
Se veía claramente que era la camisa de un hombre, como también se podía ver que estaba una parte de ella manchada de sangre seca, como si hubiera permanecido allí unas semanas.
Salí de entre el ramaje para volver al camino con la mano puesta en el estomago e intenté olvidarlo por un buen rato, la casa de Karisma se divisaba a lo lejos, me encontraba un poco mejor cuando pude ver las ventanas cubiertas con enredaderas.
Un rostro se asomó por una de las ventanas del segundo piso y desapareció de inmediato, no pude divisar quien podría ser pero seguramente que era ella, la que me recibió en la puerta.
-Hola, ¿en qué puedo ayudarte?.-Pregunto una mujer de cabellos oscuros y lisos.
Un nudo se me creó en la garganta y tuve que hacer un esfuerzo por encontrar las palabras adecuadas, aquella mujer debía de ser su hermana al juzgar por sus ojos rasgados.
-Vine a ver a Karisma.-Contesté forzando una sonrisa.
Su hermana abrió la puerta de par en par y debajo de su brazo pude ver a mi amiga sentada en un sofá de color beige que miraba la entrada encontrándose con mis ojos.
-¡Liz!.-Gritó alegremente.
Dio un brinco del sofá dejando encima de él una pelota de lana, al parecer estaría haciendo punto de cruz, no imaginaba que a Karisma le gustara hacer esas cosas, a mi me parecían muy aburridas.
Avanzó hacia la puerta mientras que su hermana se apartó de ella sin despedirse, no tenía muy buen aspecto y era lógico que quisiera marcharse así para descansar.
-¡Que alegría, has venido!.-Volvió a gritar entusiasmada.
Me abrazó con sus largos brazos y no me dio tiempo a reaccionar para devolvérselo.
-Hola Karisma, estoy aquí porque quería devolverte la visita, lo siento.-Dije con tono de disculpa.
Mi amiga negó con la cabeza sin dejar de sonreír y acarició mi mejilla con sus delicadas manos.
-No importa Liz, lo que importa es que has venido, ya te echaba de menos.-Sonrió invitándome a entrar.
Le devolví la sonrisa mientras me llevaba hasta aquel sofá de color beige, miré a mi alrededor y me encontraba en un salón muy acogedor, había muchos estantes con libros y algunas figuras que adornaban la estancia. Debajo de nuestros pies se encontraba una alfombra de color chocolate y encima de ella una mesita de madera para tomar el té.
-Por cierto ayer te vi en el festival pero no pude acercarme a saludarte, había mucha gente y para colmo mi hermana estaba conmigo y ya sabes que se pone muy pesada.-Dije con media sonrisa.-¿Nos vistes?.-Pregunté hundiendo el sofá con mi peso.
-Karisma fué hacia la cocina y me hizo un gesto para que me quedara en el sofá hasta que volviera.
-No os vi por el festival.-Gritó desde la cocina.-La verdad es que si que había mucha gente y yo estaba ahí arriba del escenario con mi caballo muerta de vergüenza, como para verte.-Dijo volviendo al salón con dos tazas de porcelana.
-Gracias.-Le agradecí acompañando una sonrisa.-¿Cómo sigue tu padre y tu hermana?.-Pregunté.-No me pareció que ella tuviese buen aspecto.-Dije con un nudo en la garganta.
-Están en fase terminal Liz.-Dijo dando un sorbo con la mirada perdida.-La enfermedad de mi hermana y mi padre es la misma, sus pulmones se están encharcando, un día de estos me los encuentro de cuerpo presente.-Dijo volviendo a dar un sorbo de su té.
-Por dios no digas eso Karisma, tiene que haber una solución para ellos. –Dije intentando que dejara de pensar tan negativamente.
-Los medicamentos ya no pueden hacerles nada, creo que la mejor solución para ellos seria la muerte, así dejaríamos de sufrir todos.-Contestó volviendo a tomar de su taza.
No podía creer que alguien pudiera desear la muerte de su propia familia, aunque entendía por lo que mi amiga pudiera estar pasando, verlos así a diario tendría que ser un calvario para todos.
-Nada de cosas tristes, es ley de vida, nacemos y morimos Liz.-Dijo intentando arrancarme una sonrisa con la suya.-Bueno, ¿que me cuentas de tu príncipe, el salvador Brandom?.-Pregunto imitando a un caballero con una lanza en la mano.
-Sonreí con ganas y acto seguido di un sorbo de mi taza saboreando aquel delicioso té, le conté el detalle que tuvo Brandom la noche anterior, cuando dejó en mi puerta una rosa para que la rescatara. Mi amiga abrió sus rasgados ojos muy emocionada dando suspiros acompañados con una amplia sonrisa.
-Que romántico Liz, lo que me cuentas es tan…hermoso.-Dijo entrelazando sus manos.
Me ruborice y solté un suspiro que me salió directamente del corazón, estudié el rostro de Karisma y esta tenia la mirada perdida, las comisuras de sus labios se fueron estrechando hasta que desapareció su encantadora sonrisa.
Dejé mi taza de té sobre la mesa y acaricié su hombro con cariño.
-¿Cómo estás?.-Pregunté con interés.
Karisma se encontró con mis ojos y una sonrisa volvió a iluminar su rostro.
-Bien, la verdad es que lo he superado con rapidez.-Contestó.
Me sorprendió mucho su respuesta, ya que lo que le había ocurrido con su novio tuvo que ser un duro golpe para ella y aquello no se podría olvidar tan fácilmente pero ella fue capaz de superarlo y se podía apreciar que se sentía bastante fuerte.
-Me alegro mucho por ti, la vida continúa y ya verás cómo te compensará generosamente.-Dije volviendo a frotar su brazo con cariño.
Mi amiga volvió a encontrarse con mi mirada y me dedico una sonrisa a lo que la contesté igualmente.
-Agradezco mucho que me hayas visitado.-Dijo dando un último sorbo de su té.
-Para eso están las amigas.-Contesté con una amplia sonrisa.-Tendrás que disculparme pero he de ir a casa de una amiga de la escuela, pero te prometo que te visitaré lo más pronto que pueda, puedes pasarte por casa cuando lo desees, ya sabes que eres bien recibida.-Dije.
-Muchas gracias Liz, te quiero mucho.-Contestó dándome un cariñoso abrazo.
Me acompañó hasta la puerta principal y allí me despidió con la mano sin dejar de sonreír, me aliviaba al comprobar que estaba bien o al menos eso era lo que percibía.
Crucé el prado a toda prisa temiendo de que estallase una tormenta como la de el día anterior, el viento esta vez era fresco nada cálido y la nubes oscuras ocultaban un sol debilitado.
Froté mis brazos con fuerza para eliminar la piel de gallina que estaba empezando a aparecer y aceleré el paso para entrar en calor de alguna manera.
Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar la cara demacrada que tenía la hermana de Karisma, me sentía impotente de no hacer nada por ella pero tal y como dijo mi amiga, era algo irremediable.
Negué con la cabeza y cuando me quise dar cuenta ya estaba en el camino polvoriento que me conducía al centro de la ciudad, tuve que apartarme hacia un lado cuando vi dos carruajes ocupando todo el ancho del camino.
Hubiera sido mejor coger uno de nuestros caballos pero me gustaba mucho más caminar y observar mi alrededor con detenimiento aunque lo conociese desde bien pequeña.
Las campanas de la torre del reloj repiquetearon once veces y aceleré mi paso si quisiera llegar a casa antes de la hora de comer. Me encontraba en la plaza del pueblo, los puestos a ambos lados de la calle estaban a rebosar de gente que salía a comprar, era muy agobiante salir un domingo por la ciudad ya que no cabía ni un alfiler en la plaza.
Tuve la tentación de detenerme en uno de ellos para ver unos preciosos relojes de bolsillo, pero el tiempo corría y debía de ir a casa de Yuls, estaba ansiosa porque me contase que tal le iba con Joshep no podía esperar a que llegase el lunes y que me lo contase en la escuela.
Crucé el reloj de la torre y gire a mi izquierda donde unas vallas de color blanco escoltaban una casa de color blanco, avancé hasta llegar a la entrada abrí la reja y luego la cerré detrás de mi.
Subí los tres peldaños antes de quedarme cara a cara con la puerta, toqué con los nudillos y unos pasos se escucharon desde el otro lado.
Un señor alto con bigote y barba en su mentón me recibió en la entrada, su cabello era de un rubio ceniza y sus ojos claros como el océano.
-Buenos días señor Caswell, ¿está Yuls en casa?.-Pregunté con una sonrisa.
-Por supuesto Elizabeth, adelante.-Contestó invitándome a entrar.-Está en su habitación practicando con el violín.-Añadió mirando hacia la parte superior de las escaleras.
-Muchas gracias.-Contesté dirigiéndome hacia ellas para subir un piso más arriba.
Avancé por un estrecho pasillo donde habían puertas de color blanco a ambos lados, las paredes estaban cubiertas de una tela con estampados florales, la melodía del violín se podía escuchar en todo el piso me detuve en una de las puertas y toqué con mis nudillos irrumpiendo en la habitación.
-Toc toc, ¿se puede?.-Pregunté con una sonrisa.
Yuls estaba frente a un ventanal custodiado por dos enormes cortinas de color rosa pálido, miraba hacia el exterior y en cuanto notó mi presencia dejó su violín encima de un sofá de color blanco.
-¡Liz!.-Gritó alegremente.
Cerré la puerta detrás de mí y Yuls me tomó por las manos muy entusiasmada con mi visita.
-No podía esperar hasta mañana, cuéntame.-Dije en voz baja.
Caminamos las dos juntas hacia los dos sofás que estaban situados a ambos lados del ventanal y el rostro de Yuls era de decepción.-¿Qué ocurre?.-Pregunté con preocupación.
-Liz, ya sabes que soy muy enamoradiza y que estaba totalmente tontita por Joshep pero…-Se detuvo para tomar aire.
¿-Pero?.-Pregunté.
-Me he dado cuenta de que no me gusta tanto como pensé.-Dijo torciendo su sonrisa.
Carcajeé por un momento y acto seguido negué con la cabeza.
-¡Por dios Yuls siempre dices lo mismo!.-Exclamé.
Me lleve una mano a los labios por a ver alzado la voz y me acerqué un poco más a mi amiga para seguir hablando en voz baja.
-El último día de clase se te veía con el tan…tan…¿feliz?.-Dije algo confusa.
-Si.-Contestó.-Antes de que me dijera que se sentía atraído por otra.-Añadió con desgana.
Abrí mis ojos por la sorpresa y más tarde suspiré.
-Lo siento, ¿y te dijo quien era esa persona?.- Pregunté tomándola de la mano.
-Sí, no tuvo reparo en decírmelo, se siente atraído por Morgan.-Contestó torciendo las comisuras de sus labios.
-Oh vaya, ¿y desde que te dijo aquello ya no te gusta?.-Pregunté.
-En realidad no, fue desde el primer momento en el que abrió la boca, es un poco grosero y descortés.-Dijo poniendo caras.
Me llevé una mano a los labios para ocultar una carcajada y ella se unió para reír con ganas.
-Me gusta la forma en la que te tomas estas cosas.-Dije sonriendo.-Ojalá pudiera hacer lo mismo.-Dije.
-Podrías si quisieras.-Contestó.-Liz, ¿es que ha pasado algo que no me hayas contado?.-Preguntó frunciendo el ceño.
Asentí con la cabeza y no tuve más remedio que contarle todo lo que me sucedió desde que conocí a mi salvador, al juzgar por su cara parecía como si se hubiese enamorado tan bien de Brandom lo cual me hizo reír de nuevo.
-Uh chica, que suerte tienes, ojalá pudiera encontrar a alguien así, pero estamos en la misma situación, dices que él también tiene una persona especial…eso es mala señal, aunque tampoco entiendo su comportamiento, puede que sienta algo por esa persona pero también por ti, ¿lo has pensado?.-Preguntó.
Me hizo pensar por unos momentos y se hizo un silencio terrible en la habitación, Yuls acariciaba su mentón dándole vueltas a todo lo que le había contado y parecía como si quisiera sacar algo en claro.-Sin duda, Brandom siente algo por ti pero no se atreve a decirte nada.-Dijo con la cabeza en otra parte.
-¿Tú crees Yuls?.-Pregunté con cierta duda.
-Por supuesto que lo creo y te diré algo más…-Dijo mirándome directamente a los ojos.-¿Recuerdas el último día de clase en la hora de descanso cuando salimos a los jardines y estaba Joshep mirando hacia nosotras con cara de bobo?.-Preguntó torciendo sus labios.
-Si, lo recuerdo.-Contesté con el ceño fruncido e intentando averiguar a donde quería llegar.
-¿Y también recuerdas lo que me dijiste ese día sobre lo que debería de hacer?.-Preguntó con los ojos entrecerrados esperando mi respuesta.
Intenté por todos los medios recordar aquella conversación pero me resultaba imposible, miré el rostro expectante de Yuls y esta puso los ojos en blanco.
-Tú me dijiste que tal vez Joshep estuviera tan asustado como yo en dar el siguiente paso, ¿Por qué no lo intentas?, dile a Brandom lo que sientes, lo que tenga que pasar pasará de todos modos Liz.
Sonreí forzosamente mientras que negaba con la cabeza mirando mi regazo.
-Oh no, no puedo. Recuerdo perfectamente esa conversación y te lo dije de corazón, pero ahora te entiendo es más difícil cuando a una le ocurre.-Dije sin cruzar mi mirada con la suya.-Sé que el me rechazaría por que siente algo por aquella persona que anhela, no podría soportarlo, prefiero que las cosas se queden como están.-Dije haciéndole daño a mi corazón.
-A eso te referías cuando decías que ojala pudieras tomarte las cosas tan bien como yo ¿no es así?.-Preguntó poniéndose de rodillas frente a mi mirada perdida en el suelo.
Asentí con la cabeza sin pronunciar palabra alguna pues temía de que se me quebrara la voz en algún momento.
Yuls apoyó sus brazos en mi regazo dando un suspiro largo y pesado.
-¡Hay!.-Suspiró.-¿Por qué siempre nos tendremos que enamorar de hombres que nunca nos van a corresponder?.Preguntó.
Sonreí y Yuls levantó la cabeza con el rostro confuso.
-Es la primera vez que me ocurre.-Contesté aún con la sonrisa en mis labios.
-Tienes razón, cuando lleves un par de estas experiencias estarás agotada.-Dijo sonriendo con ganas.
Nos echamos a reír y nos quedamos allí un buen rato charlando sobre Joshep y Morgan, al parecer Morgan ya estaba al tanto de los sentimientos de Joshep hacia ella y en el festival los vieron muy juntos, probablemente ya serían pareja lo cual me alegré por Morgan pero me sentí muy identificada con Yuls, entendía su dolor pero a ella no parecía afectarla tanto como a mí, sabía salir de una relación con madurez y aceptar lo que le viniera encima, la envidiaba.
Me encanto !!
ResponderEliminarCreo que liz de debe decir a brad lo que siente .
Hay que enfrentar las cosas , enfrentar que brad es un vampiro.
ajajja.
Te quiero mucho
Publica pronto
bye
XoXo
Rosebelle
omg! estuvo genial
ResponderEliminarespero que por fin Liz diga lo que siente
Publica pronto
Fantástico, simplemente buenísimo el capitulo, es que se puede ver como las ideas, argumentos y diálogos fluyen por tu cabecita y la plasmas y trasmites através de lo que escribes, es muy agradable leerte.
ResponderEliminarYo me dejo llevar y vivo la historia, siempre me ah encantado leerte, siempre, siempre me a fascinado lo que atesoras en ti, ten la seguridad de que siempre te leeré, pase lo que pase, siempre lo hare.
No puedo esperar el siguiente capitulo.
Besos
Erik =)
Madre mia, me has dejao kn la intriga... cuanto para el proximo capitulo? puff.. espero k no sea mucho.. me ha encantado tu libro, y espero que dure mucho mucho mas
ResponderEliminarPOBRE YULS AJAJAJ PERO ESA LE PASA COMO A MI SE ME PASA RAPIDO.¿O NOO?.....(FLAKA)
ResponderEliminarme ha gustado, pero me da pena la familia de "K",un beso NATY
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