-Tengo una idea!.-Gritó Yuls poniéndose en pié.
Pestañeé confusa al ver su rostro maravillado por la ida que se le acababa de ocurrir aún siendo desconocida para mí.
-¿Qué quieres decir Yuls?.-Pregunté confundida.
-¿Porqué no vamos a su mansión a visitarle?.-Preguntó con sus manos entrelazadas y una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja.
-¿Estás de broma?.-Contesté perpleja.
-Liz, ¿no me dijiste que tenías un libro que te prestó su hermana para que tus padres creyeran que me lo pediste a mí?.-Preguntó sin borrar su amplia sonrisa.
Asentí con la cabeza pero no llegaba a entender lo que pretendía.-Podíamos ir a su mansión para devolvérselo y ya que estamos allí podrías hablar con él.-Sugirió.
En realidad no era una mala idea, pero una vez allí, ¿de qué se supone que tendría que hablarle?. No iba a hacer esa locura que Yuls me animaba hacer, confesarle mis sentimientos al fin y al cabo ya habíamos quedado como amigos, pero lo que no sabía era si se me permitía ir a visitarle.
Tardé varios minutos sumergida en mis dudas sobre lo que hacer con la idea de Yuls, era una excusa perfecta para volver a verle, pero recordándolo bien, Mary me dijo que podía quedarme su libro.
-¡Claro eso es!.-Exclamé.
A mi amiga se le iluminó el rostro y me cogió de la mano para tirar de mí haciendo que me levantase del sofá esponjoso.
-¿Entonces se lo dirás?.-Preguntó cogiéndome ambas manos entre las suyas.
Negué con la cabeza y el rostro de Yuls era de pura decepción.
-Podríamos ir a visitar a Mary, su hermana. Ella fue la que me dio su libro para que me lo quedase, sería una estupidez devolver algo que me ha regalado, fue tan amable conmigo.-Dije.-La última vez que nos vimos no estaba muy bien, quisiera ir a pedirla disculpas.-Añadí.
Estaba siendo sincera, tanto Mary como Brandom fueron muy amables conmigo cuando ocurrió aquel accidente en su casa, los dos se preocuparon mucho por mí y me sentí mal cuando abandoné la mansión y en sus puertas se encontraba Mary con el doctor que iba a examinarme.
Yuls entendió mis sentimientos y se puso de acuerdo conmigo, habría más oportunidades para hablar con Brandom.
-Está bien, iremos las dos juntas.-Sonrió.
Salimos de su dormitorio para dirigirnos a la puerta principal, esperé fuera mientras que Yuls fue hacia otra sala para verse con sus padres, supongo que para pedirles permiso para salir.
-Podemos irnos.-Anunció Yuls cuando salió por la puerta.
Su vestido azulado le caía como una cascada de seda hasta sus pies, le gustaba llevar un bolsito del mismo color como complemento, era femenina y coqueta cuando caminaba, sin duda tenía sangre de noble.
El aire acarició su cabello de color castaño oscuro con reflejos dorados, se llevó unos mechones detrás de la oreja mientras que sonreía muy entusiasmada con la idea de ir a visitar la mansión de mi salvador y de que probablemente le conocería en persona.
Yuls era muy discreta a la hora de guardar secretos, no se le ocurriría de ningún modo decir absolutamente nada sin mi consentimiento, lo cual no vi ningún problema de que me acompañase, de todos modos la idea había sido suya.
Algo dentro de mí me inquietaba, tal vez sería por la idea de volver allí y encontrarme con unos rostros duros mirándome de arriba abajo como si fuera un insecto al que habían que aplastar.
No creía que, o no quería creer que Brandom pensase de esa manera acerca de mi persona, no me importaba en absoluto donde pudiese vivir, si viviera dentro de una cueva con unas condiciones lamentables iría hasta allí solo para poder verle y sentirle cerca de mí.
Yuls pasó su brazo por debajo del mío y ambas cruzamos la verja blanca que dividía la casa con la acera donde la gente paseaba de un lado para otro.
-Deberíamos pasar por casa primero.-Le sugerí.
-¿Para qué?.-Preguntó frunciendo el ceño.
Sonreí al ver aquella expresión mientras que reanudé la marcha tirando de su brazo.
-Porque es media mañana y seguramente nos demoraremos, no quiero preocupar a mis padres.-Dije torciendo mi sonrisa.
Yuls asintió y aceleró su paso tirando esta vez de mi brazo.
La gente parecía haberse multiplicado pues la plaza de la torre del reloj estaba llena de personas, el motivo no parecía que fuese por los puestos baratos que se encontraban en ambos lados de la calle y en la misma plaza.
Gritaban y se empujaban violentamente unos a otros, un grupo de personas que sostenían una gigantesca pancarta de tela se encontraban frente a un escudo humano de las autoridades que parecían estar protegiendo el edificio donde se encontraba el alcalde de Londres.
-¿Qué ocurre aquí Liz?.-Preguntó mi amiga aferrada a mi brazo.
-No lo sé.-Dije tan asustada como ella.
La gente se agolpaban y era casi imposible avanzar, entonces cuando me abrí paso tirando de su mano algo crujió en el suelo de piedra, una pancarta de un tamaño medio que decía: “¿Por qué no capturan y dan muerte a los asesinos?”.
Alcé la vista y Yuls se encontró con mis ojos, todo el mundo estaba al tanto de que la ciudad de Londres estaba siendo atacada por un despiadado asesino o asesinos, hasta ahora las autoridades no habían dado con él y la gente ya estaba empezando a preocuparse.
Gritaban que en lugar de organizar festivales podrían preocuparse en dar caza al asesino que está acabando con muchas vidas inocentes.
Conseguimos salir ilesas de aquella manifestación, Yuls seguía aferrada a mi brazo asustada por lo que acabábamos de presenciar, mi corazón se fue a vivir a mi estómago cuando recordé en aquellos matorrales una camisa sucia impregnada de sangre seca, me lleve una mano a el estómago y respiré aliviada al divisar el camino de tierra que conducía a casa.
-Es horrible.-Dijo Yuls después de un rato caminando.-Una ya no puede estar segura, a no ser que haya un hombre que te proteja.-Añadió negando con la cabeza.-Creo que el único que podría protegerte es el mismo asesino, nunca acabaría contigo.-Dijo forzando su sonrisa.
-¡Por dios Yuls!.-Grité haciendo una parada para recuperar el aliento.-No digas esas cosas, aquí está pasando algo muy serio, si las autoridades no hacen nada puede que las próximas víctimas sean alguna de las dos.-Dije reanudando la marcha.
Yuls siguió mi paso y volvió a tomarme por el brazo mirando ambos lados, el frío era intenso y las nubes se movían aceleradamente al igual que las hojas y ramas de los árboles.
-Tranquila Liz, tomarán medidas y darán con él.-Dijo intentando arrancarme una sonrisa.
-Eso espero.-Contesté.
Ya se divisaba la casita blanca, Amelia jugaba en el porche con su peonza de madera y al vernos aparecer corrió a nuestro encuentro para abrir la pequeña valla de madera.
-Hola Yuls.-Saludó mi hermana con una sonrisa.
-Hola Amelia, vaya que bonita peonza, ¿me dejas probarla?.-Preguntó mi amiga.
-La hizo mi padre, mira tiene tallado mi nombre, ¿lo ves Yuls?.-Preguntó Amy.
Yuls la fue girando y comprobó que lo que le había dicho mi hermana era cierto, Amelia deslió el nudo de una fina cuerda que estaba atado en su dedo corazón y se lo puso a Yuls para darle instrucciones de cómo se hacía girar.
-Enseguida vuelvo.-Dije.
Dudaba que mi amiga me hubiese escuchado, estaba tan entretenida intentando hacer girar una y otra vez aquella peonza que era muy probable que no lo hubiese oído.
Subí las escaleras del poche y la puerta estaba entre abierta , en el salón se encontraba mi padre subido en una silla dando golpecitos en la pared con un martillo, parecía que estaba intentando clavar un clavo o algo así.
-Hola papá.-Le saludé con media sonrisa.
Mi padre me miró con el ceño fruncido y temía de que dijera que no podía salir por todo lo que estaba ocurriendo en el centro de la ciudad.
-¿Ya has vuelto?.Preguntó.-Que pronto.-Añadió antes de que yo pudiera decir algo.
Se llevó un clavo a los labios y siguió martilleando aquella gruesa pared blanquecina, di un suspiro de alivio al ver que no estaba al tanto de aquella manifestación.-Ve a la cocina, tu madre quiere hablar contigo.-Dijo continuando su tarea.
Me dirigí a la cocina donde se encontraba mi madre sentada en una pequeña mesa cuadrada con otra mujer de cabellos castaños con algunos reflejos canosos.
-Hola mamá…-Saludé tímidamente.
-Me viene muy bien que hayas vuelto pronto hija.-Anunció poniendo las manos sobre la mesa.
En ella se encontraba una pequeña bolsita de tela azulada, en su interior había algo porque estaba atada haciendo que pareciese un pequeño saco.
-¿Qué ocurre?.-Pregunté sin dejar de mirar aquella mujer.
-Tu padre lleva media mañana intentando localizar a tu tío Zack, probablemente se encuentre en su casa de Cambidge.-Dijo.-Necesito que viajes allí para decirle que tiene una clienta con un encargo muy importante.-Añadió.
Aquella mujer me dedicó una sonrisa y en su cara podía ver que necesitaba lo que mi madre me estaba pidiendo.
-¿Puedes decirle que vas departe de la señora Harvey?.-Preguntó.-He de encargarle unas joyas y me urge, ya que mi hija se casará la semana que viene y tu tío es mi última esperanza.-Dijo con ojos suplicantes.
Al oír sus palabras entendía que se había recorrido toda la ciudad buscando a un buen joyero que le abriera las puertas de su establecimiento un Domingo y mi tío era su última esperanza ya que parecía que se conocían.
-Por supuesto señora Harvey, no tiene de que preocuparse.-Contesté desilusionada.
Acababan de estropear mis planes y nadie se daba cuenta pero no podía negarme a algo que me había pedido mi madre, y si lo hubiera hecho, probablemente estaría castigada el resto de mi vida.
Tanto el negocio de mi padre como el de mi tío eran importantes en la ciudad, mi padre era un excelentísimo artesano y tallista y mi tío Zack un extraordinario joyero, así que si salían encargos por parte de los clientes un domingo eran los únicos dispuestos en abrir sus puertas, por esto y por sus increíbles trabajos los consideraban los mejores de la ciudad, ellos, de esta manera ganaban clientes y fortuna.
-Muchísimas gracias niña.-Agradeció aquella mujer.
-Aquí te he preparado algo de comida para el viaje, cómetelo todo por favor.-Me pidió mi madre.
Asentí con la cabeza dando un suspiro y torcí mi sonrisa al encontrarme con los suyos, alargué mi mano para coger aquel pequeño saco y en ese momento mi madre se levantó de su asiento para meter la mano en el bolsillo de su mandil.
-Ten, esto es para el ferrocarril.-Dijo poniendo en mi mano unas monedas.
Asentí de nuevo y guardé aquellas monedas en un diminuto bolsillo de mi vestido color rojo intenso. Pasó una mano por mi rostro mientras que aquella mujer estaba dando un sorbo de su té.
-Ten mucho cuidado.-Dijo despidiéndose.
-No te preocupes mamá.-La tranquilicé con una sonrisa, me acerqué hasta ella para darle un cariñoso beso en su mejilla rosada acompañado de un cálido abrazo.
Salí de la cocina dando otro suspiro ahogado y me quedé plantada detrás de mi padre, éste se dio la vuelta y sonrió, sacó un clavo de sus labios y puso una mano en su cintura.
-Ya sé que no te apetece ir ahora a Cambidge, incluso yo lo haría por ti Liz, pero me temo que hoy estoy de lo más ocupado ayudando a tu madre con las tareas del hogar.-Dijo forzando una sonrisa.
-No me importa ir, pero tienes que prometerme que si vuelvo pronto me dejaras salir con Yuls.-Le chantajeé mostrando una sonrisa.-Hoy por ti y mañana por mí papá.-Añadí ampliando más aquella sonrisa.
Mi padre frunció el ceño y luego desvió la mirada hacia otro lugar, suspiró pesadamente y luego me miró de reojo mostrando una sonrisa torcida.
-Está bien, está bien, pero será mejor que vayas para después poder regresar pronto ¿de acuerdo?.-Sugirió.
-De acuerdo.-Asentí volviendo a sonreír.
Ya había hecho un trato con mi padre, estaba dispuesta a ir a ver a los Akerman después de mi viaje, Cambidge no estaba demasiado lejos de Londres así que no podía tardar demasiado en regresar, a no ser que mi tío me entretuviera con alguna de sus historias de cuando era joven guapo e interesante lo cual me gustaba escuchar pero ese día no era el momento.
Al salir al porche, Yuls seguía jugando con mi hermana a la peonza, cuando sus ojos se encontraron con los míos negué con la cabeza, mi amiga se apresuró a devolver el juguete a mi hermana y se acercó hasta mí con cara de decepción.
-¿No te han dado su permiso para salir, ¿no es cierto?.-Se apresuró a decir.
-No es eso, tengo que ir a Cambidge a ver a mi tío, ¿por qué no me acompañas?.-Sugerí mostrando una sonrisa.
-Oh, me encantaría Liz, pero no les he dicho a mis padres de que faltaría a comer a casa, probablemente no me dejen ir, pero no importa ve y otro día podemos ir a la mansión.-Dijo intentando animar.
Asentí con la cabeza y eché una rápida mirada a mi hermana pequeña, cuando me percaté de que no estaba escuchando me acerqué a Yuls.
-Cuando vuelva, podremos ir.-Susurré.
-¿Quieres decir que vas a escaparte como las otras veces?.-Preguntó en voz baja.
Negué con la cabeza y mi mirada se dirigió de nuevo a Amelia.
-Mi padre me dijo que podía salir cuando volviese.-Dije.
-Si no vuelves muy tarde podría acompañarte.-Dijo cruzándose de brazos.
-Bien, si no regreso tarde, iré a tu casa a buscarte.-Dije mostrando una sonrisa.
-Que tengas un buen viaje Liz.-Dijo mi amiga estrechándome entre sus brazos.
La dediqué una última sonrisa y emprendí mi camino hacia la estación ferroviaria de Londres.
Al llegar a la plaza principal para después tomar la dirección hacia la estación, parecía que la gente se había dispersado, ya no estaba la multitud frente al edificio donde se encontraba el alcalde custodiado por las autoridades, pero sí que habían restos de aquella manifestación.
Como por ejemplo carteles y pancartas tirados por el suelo donde los ciudadanos hacían preguntas al alcalde y donde se podía mostrar su rabia y dolor por tanta muerte.
Sostenía en mi mano derecha aquel saquito azulado donde mi madre me había preparado algo de comida para el viaje, me lo llevé hasta el estomago y me pregunté si iba a ser capaz de comer todo lo que había en él.
Al llegar a la estación pude divisar a varias personas esperando el ferrocarril, me dirigí a una taquilla donde un señor calvo con gafas redondeadas y ancho bigote se encontraba detrás de aquellas rejas. Compre mi billete para Cambidge y tomé asiento en uno de los bancos de forja y madera que estaban situados frente a la vía.
Me froté los brazos para entrar en calor pero el frio era como espadas de hielo que atravesaban mi cálida piel, eché un vistazo al cielo y fruncí el ceño tenía todo el aspecto de querer llover de un momento a otro.
No pude evitar mirar a un guardia que merodeaba la zona, su traje era azulado y tenía una cinta negra en su pecho, por encima de su hombro asomaba un fusil y lo acariciaba con mimo, como si quisiera disparar a alguien de los que nos encontrábamos allí.
Bajé la cabeza hasta mi regazo donde se encontraba mi pequeño saco de comida cuando el guardia pasó ante mí mirándome descaradamente, tal gesto me recordó a Near, no podía soportar que nadie me mirase de esa forma, me intimidaba y me hacía sentir pequeña.
Jugueteé nerviosamente con el lacito de aquella bolsita hasta que sus pasos se apartaron de mi vista, me levanté de un brinco cuando a lo lejos, ya se podía escuchar la sirena del ferrocarril.
Una humareda oscura dejaba en el aire a medida que iba avanzando hasta la estación donde las personas se agolpaban en el andén para recibirle. Alisé mis vestidos y me uní al gentío que esperaba con impaciencia que el ferrocarril se detuviera para recibir a los familiares o para subir en él.
Cuando se detuvo la gente salió al encuentro de los familiares que les esperaban ansiosos con los brazos abiertos, otros corrían con sus respectivos equipajes hasta la salida y los que quedábamos nos subimos a él ansiosos por llegar a nuestro destino, este no era mi caso, pues mi destino lo estaba dejando atrás por cuestión de unas horas.
En las puertas del ferrocarril, una enorme maquina de hierro, se encontraban los revisores a los que había que darles el billete, le entregue el mío y después de darle un rápido vistazo me invitó a entrar con una amplia sonrisa.
-Puede subir madame.-Dijo aquél agradable señor.
Entré a mi vagón donde se encontraban muy pocas personas y escogí un asiento donde diera a la ventanilla, así podía entretenerme y disfrutar del agradable paisaje.
Me asomé por ella y el señor que anunciaba la salida con banderines tocó su silbato a la vez que alzaba su banderín.
El ferrocarril se pudo en marcha, apoyé la barbilla sobre mi mano y me dediqué a mirar por la ventana aquella estación que cada vez se iba volviendo más borrosa a medida que el ferrocarril tomaba más velocidad.
Después de varios minutos observando el paisaje un bostezo anunció que era el momento de dormir un poco, no me apetecía comer lo único que me apetecía en ese momento era descansar.
Me recliné un poco en mi asiento tan duro como si estuviera durmiendo encima de una mesa, y me sumergí en mis sueños mientras que el ferrocarril nos mecía como una madre meciendo a su bebé para dormirle.
Un ruido ensordecedor de cristales rotos me despertó de un brinco, cuando me levanté de mi asiento las pocas personas que se encontraban en el mismo vagón que yo se preguntaban que pudo a ver sido aquel sonido, el ferrocarril parecía a ver tomado más velocidad y eso hacía que el vagón perdiera inestabilidad.
Tuve que agarrarme a unas cuerdas tensas que estaban en el techo con el fin de que los pasajeros si tenían que avanzar se pudieran agarrar sin caerse.
El movimiento del vagón era cada vez más brusco, la gente empezó a asustarse y a preguntarse qué demonios estaba ocurriendo, otro ruido de cristales rotos se dejó escuchar, el caballero que estaba más cerca de la puerta que conducía a el siguiente vagón avanzó hasta ella para asomarse.
Entonces algo terrible tuvieron que ver sus ojos porque corrió en dirección opuesta de aquella puerta gritando y tambaleándose mientras intentaba llegar a la otra puerta.
-¡Qué ocurre señor!.-Grité asustada cuando llegó hasta mí apartándome de un empujón.
La puerta en la que se había asomado estallo en mil pedazos dejando únicamente el marco rodeado de astillas puntiagudas, el cuerpo de un hombre voló por nuestro vagón y se estampó contra la otra puerta atravesándola.
Dos mujeres que se encontraban en mi mismo vagón gritaron aterrorizadas agachándose y cubriéndose la cabeza con ambas manos, el señor que tenía justo a mi lado me miró con ojos desorbitados, bajé la mirada y su camisa de un blanco resplandeciente estaba cubierta de sangre, sostenía algo entre sus manos y contemple horrorizada al ver que un trozo de madera de la puerta había saltado y se le había clavado en su pecho. Noté que algo me había salpicado el rostro, pasé mi mano temblorosa por él y mi respiración se aceleró cuando pude comprobar que era la sangre de aquel hombre.
Su garganta comenzó a emitir sonidos agonizantes alzó una de sus manos ensangrentadas y se desvaneció en el suelo agarrando mis vestidos.
Llevé una mano hasta mis labios y tuve que hacer un esfuerzo por no gritar, esquivé aquel señor y me asomé con cuidado intentando ver el vagón que tenia justo a mi izquierda, el cuerpo que había visto volando por los aires estaba en la puerta del final, parecía como un muñeco de trapo donde sus extremidades estaban retorcidas.
Me puse en mitad del pasillo y avancé hasta aquel señor que parecía estar sufriendo taquicardias por el tremendo susto, ambas mujeres estaban aun agachadas y con las manos sobre sus cabezas.
Caminé hacia ellas con pasos inseguros para averiguar si se encontraban bien cuando algo me hizo detener en ese preciso momento, algo estaba ocurriendo en el vagón que tenia justo delante de mí, una melena de un rojo fuego me hizo retroceder, estaba agachada y mordisqueaba un cuerpo que estaba situado en medio del pasillo.
Sus ojos inyectados en sangre se encontraron con los míos y se tornaron a un color oscuro, tan negros como el abismo.
-Estefi…-Dije sin tartamudear.
Dio un gruñido y dejó ver unos dientes afilados manchados de la sangre de su victima.
No podía creer lo que estaba presenciando, temía de que me desmayara de un momento a otro, esto no podía ser más que un sueño, probablemente me hubiera quedado dormida y me costaba despertarme, pero no fue así.
Estefi se incorporó lentamente y limpió sus labios ensangrentados con la palma de su mano, al parecer no se encontraba sola, Atila, su esposo apareció a su lado y ambos miraron en mi dirección con ojos chispeantes.
De ambos lados del vagón aparecieron Near y dos hombres más, habían matado a toda esa gente, y ahora avanzaban directos al vagón donde me encontraba paralizada.
Las dos señoras que aún estaban agachadas se pusieron en pié abrazándose la una a la otra mientras que miraban hacia el vagón vecino, echaron a correr en mi dirección y Near voló hasta ellas agarrándola con sus garras mordiéndolas en el cuello, èstas suplicaban por su vida pero Near no tuvo ningún reparo en arrebatárselas.
Los gritos eran ensordecedores, me llevé las manos tapando mis oídos mientras cerraba los ojos con fuerza intentando despertar de aquella horrible pesadilla, al abrirlos los cuerpos de las señoras cayeron fulminados en el suelo mientras que Near mostraba una sonrisa siniestra.
El señor que estaba sufriendo una especie de ataque al corazón dejó de sufrir cuando Estefi se abalanzó sobre él mordiendo su cuello y absorbiendo la sangre que parecía salir a borbotones.
Mi respiración acelerada me advertía de que estaba a punto de sufrir un ataque de pánico, no había nadie más en aquel vagón, excepto yo rodeada de unos despiadados asesinos, los Akerman, y ahora era mi turno.
-Vaya vaya, mira a quien tenemos aquí.-Dijo la voz dura y fría de Near.
Al oír sus palabras mi cuerpo reaccionó, le di la espalda para salir corriendo hacia el vagón que tenía justo detrás de mí pero entonces choqué con algo tan duro como una roca.
Brandom, era al único que menos me esperaba encontrar allí, a si que ellos eran los asesinos todo el tiempo, ellos fueron los responsables de tantas muertes ocurridas en Londres.
Di unos pasos hacia atrás para quedarme justo entre Near y Brandom, miré hacia ambos lados y lagrimas caían por mi rostro horrorizado, era la prueba de que después de todo le seguía amando.
-¡Que conmovedor!.-Gritó Near desde el otro lado.-¿Vienes a salvarla?.-Preguntó ensanchando su sonrisa burlona.
Miré a Brandom con el rostro confuso y acto seguido a su hermano mayor que lo fulminaba con su mirada ensangrentada, mi salvador no había venido hasta aquí para acabar conmigo al juzgar por las palabras de Near, entonces por un momento deseé con todas mis fuerzas que acabaran con mi vida antes de presenciar un enfrentamiento terrible que podía acabar con el hombre al que amaba más que a nada en este mundo.
¡¡¡¡¡Que horrible , pobre liz !!!
ResponderEliminarOjala que brad la salve , pobres personas .
Me encanto el capitulo cada vez estan mas mejoress .
Publica pronto
nos leemos
bye
XoXo
Rosebelle
El mejor capítulo, yo hay esperandolo ansiaso, y ahora pensando que el capítulo era aburrido y llegan al tren y pasa eso... IMPRESIONANTE, yo pensaba "en cualquier momento se despierta, en cualquier momento se despierta,..." pero no fue así.. me ha encantando.. y vanessa, a ver si te pasas y me das una crítica de mi segundo capítulo..XD
ResponderEliminarAcabo de descubrir tu blog y solo he podido leer el capitulo uno, pero en cuanto tenga mas tiempo me pongo con los demás, podía leer este capitulo ahora, pero no me parece que sea lo mas adecuado, todo tiene su principio y su continuación al igual que su final, estoy ansiosa por saber como continua la historia, te sigo para no perderme NADA.
ResponderEliminarUn beso.
Cheche.
Viaje hacia la verdad, titulo perfecto para el capitulo, muy emocionante, cada ves se pone muchisimo mas emocionante la historia
ResponderEliminarno me cansare de decirlo,eres muy buena, cada capitulo que escribes te superas mas y mas.
Casi no puedo esperar a saber q dira brandom a Liz ahora que El sabe que Ella lo sabe todo.....
sigue escribiendo
un besito.
Muaaaaaaaaaaaaaaaah!!!!!!!!!!!!!!!!!!
as visto???? ese no era un besito fue un besote
Erik
Te dejo aquí el comentario por que no se si lo leerás si lo publico en los otros, voy por el capitulo 4, y me encanta como basas la historia, el ritmo de la misma y el amor y cariño que le das a la familia de Liz, y la hermana es la ostia xD
ResponderEliminarespero que pronto pueda llegar al capitulo 17 y así estaré preparada para el que cuelgues ;)
PD; Y darte las gracias ante todo por pasarte por mi blog ;)
Besooos =D
Por favooor, no puede dejarlo así tienes que continuar, quiero saber que pasa con Liz y Brandom, aiis, por que tanta intrigaa ¬¬
ResponderEliminarMe encanto ;) eso ni lo dudes escribes fenomenal y me encanta tu manera de expresar los sentimientos de todos. Mi enhorabuena.
Cheche.
Simplemente ESTUPENDO! Adoro las historias de vampiros, y esta en concreto me tiene con esa sensación de querer más y más. La he leído en dos días de las ganas que tenía por saber más =)
ResponderEliminarOjalá subas pronto el siguiente.
Besos.
ME ENCANTO ESTE CAPITULO NO VEAS UFFF ESPERO ANSIOSAA A PODER LEER EL PROXIMO Y ESPERO QUE ESTEFI CAMBIE PORQUE NO VEAS QUE PIRATA JAJJAJA ME ENCANTO QUE BRANDON APARECIERA ALLI
ResponderEliminarme ha encantado!! ese momento en que el viene a salvarla hasta lo he sentido como si guera yo Liz!! sin palabras voy a por el prox!! besos:NATY
ResponderEliminar