Clan "Inmortales"


sábado, 27 de marzo de 2010

†Capítulo 2-Un encuentro peligroso†

El sol iluminaba mi habitación como si se hubiera metido dentro de ella, me cegaba los ojos, tuve que parpadear varias veces hasta acostumbrarme a su resplandor. Mi madre tocó con los nudillos en la puerta de la habitación esperando que le contestase despierta y preparada para ir a la escuela. Cuando atravesé el umbral de la puerta, vi que me recibía con una sonrisa cariñosa y sus “buenos días” que tanto me gustaba oír.
-Te preparé un baño caliente, cuando estés lista baja a desayunar, tu padre y tu hermana se marcharon un poco antes, Amelia quedó con una compañera y no podía esperarte.
-Esta bien mamá, enseguida bajo.-Le dije un poco ronca.
Me apresure en darme ese baño, volví a mi habitación y mama dejo descansar sobre la cama mi ropa interior y un vestido amarillo apagado, ceñido al pecho que bajaba como una cascada hasta mis pies. Tenia unos bordados blancos en las mangas que me llegaban hasta los codos, acaricie con las palmas de mis manos el vestido con la intención de alisar aquellas arrugas que se hacían visibles. Mamá irrumpió en la habitación maravillada,
-Tu padre tiene razón, que deprisa creces Liz.
-Mamá llegaré tarde a la escuela.
Mi madre asintió y me sentó en una mecedora de mimbre que tenia en mi habitación para cepillarme el pelo con cuidado, tomó dos horquillas del mismo color que mi vestido, y las engancho a los lados, dejando mis tirabuzones en la parte trasera, y que así se me viera el rostro.
-Preciosa.-Dijo sonriendo dando a su vez una palmada.
-Ahora apresúrate a desayunar y ve a la escuela.
Bajé los peldaños con rapidez, sujetando en un puño mi vestido y con la mano libre agarrándome a la barandilla. El desayuno estaba delicioso, sali por la puerta y me abrí camino hasta la escuela. Llevaba tres libros en mi brazo izquierdo pegado a mi costado, casi me estaba quedando sin aliento, la multitud de la gente de la ciudad me impedía seguir por momentos el camino, era dia del mercado y obviamente, toda la gente rica y de clase media había salido a los puestos de compras. Un caballo relincho y la multitud comenzó apartarse, no supe donde estaba, la gente me empujaba y corría de un lado para otro.
Caí al suelo de rodillas cuando un señor de desproporcionadas dimensiones me dio un empujón descomunal. Di un grito ahogado de dolor, pues sentí como si me desgarrara la rodilla derecha.
La gente se iba alejando de mí en cuestión de segundos, cuando levante la vista con ojos llorosos vi un carruaje con dos caballos desbocados que se dirigía directo hacia mi. No hice esfuerzo alguno por salir corriendo, sentí como si mi rodilla palpitara igual que lo hace el corazón. La gente gritaba para que me apartara pero yo solo podía retorcerme en el frio suelo y me lleve las manos a la cabeza esperando que pasara lo peor.
Sentí que volaba, mi cuerpo no estaba en contacto con el suelo, era algo mas frio, sinceramente pensé que había muerto, pero si asi fuera, ¿entonces por que aun seguía sintiendo este frío? no abrí los ojos por no volver a morir, pero esta vez de susto.
Una voz dulce y reconfortante me hizo salir de mi ensueño, despidiendo un aliento fresco, como a hierbabuena.
-¿Señorita, se encuentra bién?.-Preguntó aquella voz.
Podía escuchar como la multitud hablaba, pero solo fue por un momento porque segundos después ya no podía oír a nadie. Mis ojos estaban fuertemente apretados, era incapaz de volverlos abrir, quise decir algo pero no logre articular ninguna palabra.
-¿Se encuentra bien?.-Volvió a repetir aquella fresca voz.
Poco a poco conseguí abrir un ojo y después el otro, su rostro estaba aun borroso para mi, pero vi una fina línea, dibujada en sus labios, debía de ser su sonrisa.
Poco a poco este rostro iba tomando forma, sentí como sus brazos estaban debajo de mi, podría imaginarme desde fuera a alguien cogiendo a una muñeca rota. Mis ojos cada vez se iban aclarando mas, era un galán muy apuesto, corpulento, con una piel blanquecina perfecta que se asemejaba al mármol, sus ojos del color miel eran profundos y miraban a los míos como esperando una respuesta.
La brisa suave le revolvió el cabello largo ocultando parte de su rostro, el color oscuro de su pelo contrastaba perfectamente con el de su pálida piel. Sin duda era la persona de mis sueños, o si no lo fuera se le parecía, aunque si tuviera que elegir, este ser era el mas bello, mas que el de mis sueños.
-Es la tercera vez señorita, si no contesta tendré que comprobarlo robándole un beso. ¿Se encuentra bien?.-Preguntó de nuevo.
Parpadeé varias veces, y el color subió por mis mejillas rápidamente.
Eh..sí..-Conseguí decir al fin.
-Sí,¿que?.-Dijo.- ¿Que le robe un beso?.-Pregunto ese rostro angelical, haciendo que la sangre me subiera por todo el rostro.
-¡No! Quiero decir que, estoy bien, gracias por evitar que me hagan caldo para sopa.-Me apresuré a decir.-¿Puede bajarme por favor?.-Pregunté con el rostro ruborizado.
Aquél joven rió con mas ganas al escuchar todo lo que había dicho en un momento y me dejo en el suelo sin dejar de sonreír.
Al poner los pies sobre la superficie, me resentí por mi rodilla, no recordaba que me doliera hasta ese momento, intente dar un paso y notaba como se desgarraba aún más.
-Tranquila no camine, ¿se ha hecho daño en alguna parte?-Pregunto con gesto preocupado mientras me sostenía por la cintura.
Cogí el vestido con las manos e iba subiendo para poder ver la gravedad de la herida.
-Mi rodilla-Dije con un gesto de dolor.
Mi salvador bajo la mirada hasta ella, y creí escuchar un gemido que procedía de su garganta.
Le miré por un segundo y el aparto sus ojos de mi, echando la cara hacia un lado y torciendo su perfecta nariz.
-Lo..siento, ¿le da asco la sangre verdad?.-Pregunté.- A mi hermana Ame…
-Creo que debería ir a llamar a un medico a que te miren esa herida, podría infectarse-Dijo con un tono seco y frío.
Su mirada se cruzo con la mía en menos de un segundo, parecía como si sus ojos color miel, se tornasen al color de su pelo, un oscuro abismo, entonces me dio la espalda para recoger mis libros que aún estaban esparcidos por la calle, volvió enseguida y los dejó sobre un banco cercano.
-Quédese por aquí, conseguiré que le vea un medico lo antes posible.-Dijo.
Seguía dándome la espalda, desató las riendas que estaban anudadas a un poste de una de las farolas de la zona subió a un caballo color carbón y emprendió el galope dejando una polvareda detrás de él. Pum pum, sentí como mi corazón latía violentamente, parecía como si quisiera salir de un momento a otro. La multitud ya hacia rato que se había dispersado, camine “a la pata coja” hasta el banco donde descansaban mis libros y me deje caer rendida. Gotas de sangre cayeron rozándome la pantorrilla, saqué un pañuelo del interior de mi corsé y me apresure a limpiar la sangre que quedaba pegada a mi piel. Apoye la espalda contra el respaldo del banco de madera y suspire.¿Cómo era posible que existiera alguien tan hermoso?.Comparado con el de mi sueño…no, no tenía ninguna comparación, demasiado bello... pero me sentí ofendida cuando puso cara de asco mientras sangraba, eso no estuvo bien por su parte. Por otra parte, si no fuera por él, esos caballos hubiesen acabado conmigo allí mismo, entonces no seria el único que pusiera esa cara de disgusto, si no todos. Dejé el pañuelo atado en el reposabrazos del banco de forja, y me lleve los brazos al estomago, abrazándome a mi misma y luchando para que no me dieran náuseas. Eleve las manos a mi rostro ocultándolo, y unos pasos se acercaron en mi dirección, me sobresalté pensando que mi salvador había llegado y me apresure poniéndome derecha e intentar tener buena apariencia.
-Veamos esa herida muchacha-Dijo un señor agachándose para examinarla.
Miré por encima de su hombro y allí estaba ese muchacho mirándome fijamente a los ojos. Aparté la mirada cuando el señor que me atendía se dirigió a mi.
-No se preocupes, voy a desinfectar la herida y luego le haré un vendaje, después la llevare a casa.-Dijo sonriendo, su fino bigote pareció estirarse aun mas cuando hizo este gesto. Miré de nuevo por encima de su hombro, y el joven volvió a mirar hacia un lado, me aclaré la garganta y baje la vista hasta las manos de aquel señor que me atendía.
Abrió su maletín y en el había paquetes de vendas, desinfectantes, y me pareció ver algunas jeringuillas.
-¿No irá a inyectarme verdad?-Le pregunté frunciendo el ceño.
Detrás del doctor se escuchó una pequeña risa que pude distinguir que procedía de aquel muchacho.
-No tranquila, no hará falta que lo haga.-Contestó.
Cogió de su maletín un pañuelo blanco y desenrosco la tapa de uno de los botes en los que se podía leer “desinfectante”.
Di un respingo cuando el alcohol se puso en contacto con la herida, me quemaba, y tuve que hacer un esfuerzo para no gritar.
-¿Es…es usted medico?-Pregunte para poder olvidar el intenso escozor.
-Sí, tuvo suerte de que el joven Akerman me avisara con tiempo, es una herida muy fea, en cualquier caso creo que debería ponerle unos puntos.-Dijo examinándola más detenidamente.
¡Akerman!, así que mi salvador era uno de los Akerman que mi padre pronunció la noche pasada. Alce los ojos para encontrarme con los suyos, pero aun seguía mirando hacia un lado, me armé
de valor para poder dirigirme a él.
-¿Está instalado en la mansión?.Pregunté con timidez.
El joven parpadeo y se volvió para mirarme.
-Si, veo que las noticias vuelan.-Contestó.
-Bueno, lo sé porque uno de sus mayordomos encargo un pedido para ustedes en el taller de mi padre.-Dije tímidamente.
El muchacho sonrió y cruzo los brazos alrededor de su pecho.
-Interesante. -Añadió sin dejar de sonreír.
Su sonrisa era hipnótica, era mas bello aún cuando lo hacía, yo, le devolví la mia automáticamente.
El doctor puso sobre la herida una fina gasa, y a continuación procedió hacer el vendaje.
-Muy bien señorita, como nueva, procure no hacer mucho esfuerzo y todo irá bien.
Me sonrió y estiró la palma de su mano para hacerme poner en pie.
-Muchas gracias por todo doctor…-Le agradecí.
-Es mi obligación, bien la llevaré a su casa.-Dijo poniéndose en pié.
El señor me agarró por un hombro mientras yo luchaba por caminar, cada segundo que pasaba el dolor cesaba.
Me detuve un momento para darme la vuelta, y el joven Akerman estaba aún plantado allí, mirando aquel banco de forja, humedecí mis labios y sonreí.
-Gracias, sin tu ayuda podría haber sido….
-Caldo para sopa, lo sé.-Me interrumpió para poder terminar el mismo la frase.
Luego se giro en mi dirección sin moverse del sitio torciendo una sonrisa perfecta, y una vez más, contagió la mía. El doctor me hizo girar conduciéndome hasta un carruaje donde nos esperaba un chofer.
Cuando por fin quedé sentada, me asome por la ventanita de este y ya no pude ver a el apuesto galán, se había esfumado como el dolor intenso de mi rodilla. Mi madre estaba junto al pozo sacando un cubo de agua cuando me vio llegar, lo dejo descansar en el suelo y dio pasos inseguros con el rostro preocupado. El doctor me dejo sobre el banco del porche, y se dio la vuelta para encontrarse con mi madre.
-A tenido un pequeño incidente, no se preocupe, la he atendido y se encuentra bien.-Se apresuró a decir.
El doctor volvió a ponerse su sombrero oscuro y se despidió de mi madre inclinando su cabeza, acto seguido bajo los cinco peldaños del porche y se apresuro a subir al carruaje, mi madre lo seguía con la vista muy confusa. Se limpio las manos con el mandil que estaba atado a su cintura y frunció el ceño mientras subía por las escaleras para encontrarse conmigo.
-¿Que ha ocurrido Elizabeth?-Preguntó angustiada.
Aspiré profundamente y comencé a contarle lo que había ocurrido, entonces al llegar al punto de la conversación “Akerman”, abrió los ojos por la sorpresa, no le explique a mi madre todos los detalles, sólo que aquel joven me salvó de aquel atropello que jamás sucedió.
-Gracias al cielo, ¿te duele mucho?.-Preguntó acariciando mi cabello.-No creo que puedas ir hoy a la tienda con tu padre, debes descansar.-Añadió.
Me dijo acariciándome la frente, deje de apoyarme en el respaldo del banco de madera de un brinco.
-Ah no mamá. Yo quiero ir ayudar a papá, en serio estoy bien, ya no me duele ¿ves?.-Dije.
Mecí mi rodilla en todas direcciones y apreté los labios con fuerza cuando sentí un pinchazo violento.
-Esta bien, pero procura no hacer esfuerzos. Y ya que te encuentras con ganas de ir a trabajar con tu padre, te recuerdo que mañana irás a la escuela.-Dijo.
Lo dijo por ver mi reacción, era tan obvio…por supuesto que conteste que iría a mis clases, me apetecía irme con mi padre a la tienda, y si ese encargo era para los Akerman, pues con mas razones, tenía que agradecérselo de algún modo, un simple “gracias” no era suficiente para mí. Amelia llegó a casa junto con mi padre, bajo de la camioneta vieja dando un fuerte portazo en la puerta, mi padre frunció el ceño enfadado.
-Un día de estos las puertas se caerán a trozos Amelia!
Mi hermana se dio la vuelta para mirarle y puso las palmas de las manos juntas como si fuera a rezar, a mi padre se le pasaba siempre su enfado cuando veía ese gesto de disculpa. Amelia se dio la vuelta y su cara de ángel cambio a un rostro enfadado, se acerco hacia a mí con los puños apretados.
-Lo sabía, sabía que te quedarías en casa y no irías a la escuela,y para colmo esta tarde te vas con papá a la tienda, ¡no no y no! ¡No es justo!.Gritó.
Amelia lloriqueo y sus puños ocultaron sus ojos, era increíble, lloraba sin echar una sola lagrima, era parte de su actuación.
-Amelia, cariño, tu hermana se fue esta mañana a la escuela, pero tuvo un accidente por el camino.-Se apresuró a decir.
Mi madre levanto despacio mi vestido para que mi padre y Amy vieran mi rodilla vendada. Papá se puso furioso y comenzó hacerme preguntas de todo tipo, quien me empujo, quien llevaba ese carruaje con los caballos desbocados….no pude darle información detallada sobre lo que preguntaba.
-Querido, si no fuera por un familiar de los Akerman habría sido mucho peor.-Dijo mi madre para que dejara de hacerme tantas preguntas.
Al igual que a mamá, mi padre se sorprendió por el gesto heroico de aquel joven, mientras yo me sumergía en mis pensamientos recordando aquél ser hermoso, oí como mi padre decía que se lo compensaría haciéndole entrega de lo que quisieran tomar de su tienda. Amelia no dejaba de mirarme, el enfado de su rostro se había esfumado, y se acerco hasta mi para susurrarme algo a el oído.
-¿Era guapo?.-Susurró.
Puse los ojos en blanco mientras que mi madre me ayudó a ponerme en pié para dirigirnos a casa.

7 comentarios:

  1. Sé el primero en publicar un comentario, gracias!

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  2. ¿Era guapo?
    jaja xD
    Me encanta Brandom
    (:
    Hacen tan linda pareja
    PRETTY COUPLE!

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  3. está mejor k el primero... Xd me gusta más pork ya aparece otros personajes ajenos a la familia XD

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  4. ooo me encantaaa ue bonito tiaaaa que encuentroo lo jodio es lo de la rodilla pero si el xico era de sueñoo posss vale la penaa ... primiss

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  5. Hola guapa!, al fin he encontrado un ratito libre para poder leerte y kiero k sepas k m alegro d haberlo hecho... M está gustando mucho!. Menudo un primer encuentro!, el prota salvandole la vida... Y luego esa extraña reacción cuando la vió sangrar... Se nota k es un vampiro, jejeje.

    Bueno perla, dentro d un rato t seguiré leyendo, saludos!!!

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  6. ¿Vampiro? Tiene toda la pinta!! Por supuesto voy a pasar al siguiente capítulo y lo dejaré para el otro día los demás... Es que me intriga!! jajaja
    Besos

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  7. Me ha encantado, seguramente es un vampiro por lo de la sangre, el cambio de color de los ojos,la piel... voy a por el proximo. Un beso ATT:NATY

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