Poco a poco fui girando sobre mi misma aguantando la respiración que cada vez se hacía más agitada.
Temía que fuera un producto de mi imaginación otra vez, como cuando creí verlo en la escuela, o cuando mis libros cayeron en medio de la calle y Sam se apresuró para recogerlos,o aquella noche cuando lo vi a través de mi ventana en la oscuridad…
Debía de ser mi imaginación puesto que yo me pregunté para mis adentros si él había pesando en mí en algún momento y me había contestado.
Pero ahí estaba, con una sonrisa torcida demasiado perfecta, demasiado real, parpadeé varias veces con fuerza y sus ojos color miel parecieron mirarme confusos.
-¿Te encuentras bien Liz?.-Preguntó mientras se iba acercando con pasos cortos.
El viento revolvió su melena oscura y parte de sus mechones ocultaron su rostro, su ceño estaba fruncido y se puso tenso cuando estuvimos cerca el uno del otro.
Mi rostro debía de estar igual porque no noté que los músculos de la cara cambiasen, Brandom cogió un mechón dorado de mis cabellos y lo apartó cuidadosamente de mi frente mientras que la mano que le quedaba libre la tenia escondida en el bolsillo del pantalón, mi corazón estaba dislocado no encontraba la manera de calmarlo como tampoco podía controlar mis pensamientos, no sabía si realmente estaba allí o era mi imaginación traicionera.
Tenía una camisa blanca que podía ver parte de su pecho desnudo, con unas mangas anchas y los puños tenían unos volantes ondulados dejando ver sus manos blanquecinas.
Su pantalón era oscuro y hacia juego con un elegante chaleco negro que llevaba puesto encima de su camisa.
Realmente nunca había visto a un hombre tan varonil, tan hermoso, tan elegante…tragué saliva antes de poder contestar a mi imaginación e inhalé un poco de aire.
-¿Estás aquí?.-Pregunté con un hilo de voz.
Mi imaginación carcajeó y dio unos pasos hacia atrás sonriendo ahora entre dientes, parpadeé varias veces temiendo de que se fuera por aquella estúpida pregunta, pero se detuvo allí sin dejar de sonreír.
-Claro que estoy aquí Liz.-Dijo mirando sus zapatos oscuros.-Te dije que me lo plantearía.
Sonreí y mis mejillas tomaron un color rojo al saber que realmente estaba allí y conmigo.
-Lo siento Brandom…no te…reconocí.-Dije al fin.
Carcajeó de nuevo y dio unos pasos hacia delante.
-¿Descubrieron tus padres que te escapaste anoche?. –Preguntó.
Sus ojos me derretian, no podía mirarle directamente porque temía que en
algún momento mis rodillas comenzaran a fallar, volví a tomar aire y tuve que tener valor para mirarle.
-No saben nada, creo que podré hacerlo otro día.-Contesté torciendo mi sonrisa.
La sonrisa de Brandom se borró del rostro las aletas de su nariz comenzaron a hincharse y frunció el ceño como nunca antes lo había visto, bajé la vista hasta sus manos y estaban apretadas en un puño mientras daba unos pasos hacia atrás.
-¿Qué ocurre?.-Intenté preguntar al ver su reacción.
Dejó de apretar sus manos y su cuerpo comenzó a relajarse intentando serenar su rostro.
-Nada, ¿de dónde vienes?.-Preguntó con la sonrisa torcida.
Vio como mi rostro cambió de repente y se acercó para estudiármelo detenidamente, alzó mi barbilla para poder mirarlo mejor pero mis ojos se desviaron hacia un lado.
Me soltó y volvió a dar unos pasos hacia atrás, entonces comenzé a contarle lo que
le había sucedido a mi amiga, necesitaba hablar sobre ello para poder liberar un poco el peso.
Brandom tuvo una expresión tensa, no parecía agradarle para nada lo que le estaba diciendo, y lo entendía, aquello no podía ser agradable para nadie.
-Entiendo.-Dijo.
No dijo nada mas solo aquella palabra, me hubiera alegrado que me aconsejara sobre que debía hacer, si debía permanecer en silencio como mi amiga me pidió, o acudir yo misma a las autoridades.
En un abrir y cerrar de ojos cambió de tema lo cual le agradecí, necesitaba distraerme y que mejor manera que tener su atención, me sentí dichosa de tenerle por unos momentos para mí, desde la noche anterior solo deseaba verle de nuevo y aquí estaba…
Me dejé caer en la fresca hierba del claro y Brandom se acomodó a mi lado a una distancia prudencial, no se parecía en nada a su hermano Near, sin duda él sabia como tratar a una chica.
Tenía muchas preguntas para hacerle y era la ocasión perfecta antes de que pudiera irse de nuevo y dejarme con la incertidumbre.
-¿Brandom, porqué no te gusto mi presencia en tu casa, y sin embargo estas ahora hablando conmigo tranquilamente?.-Pregunté sin detenerme en ningún momento.
Cruzó sus brazos sobre sus rodillas y me miró directamente a los ojos antes de darme una respuesta.
-No me gusta que la gente vea la casa donde vivo, ya sabes, luego querrían quedarse allí para siempre.
Parpadeé varias veces por la sorpresa, no podía imaginar que él fuera a pensar así de mi, ¿así era entonces como me veía?. ¿Cómo una intrusa en su casa que pretendía quedarse?.
La sangre huyó de mi rostro quería irme de allí porque me había ofendido con sus palabras, me incorporé sacudiendo mi falda y en ese momento Brandom cogió mi mano sin dejar de mirar las flores que estaban frente a él.
-No lo decía en serio.-Se apresuró a decir.
Bajó mi mano hasta la fresca hierba haciéndome sentar esta vez un poco más cerca de él,le miré sin timidez alguna y éste no dejaba de mirar aquellas flores balanceándose.
-Tuve mis motivos para sacarte de allí, créeme.-Dijo con un tono de voz sombrío.
En ese momento creí que esta vez estaba hablando en serio, miré en dirección a las flores que él no dejaba de observar y fruncí el ceño, tragué saliva mientras mis ojos se desviaron hacia su perfil perfecto, el viento venia desde atrás y le revolvía el pelo ocultando su rostro, me dio la tentación de liberarle de aquella cascada negra que lo cubría.
-¿Puedes decirme tus motivos?.-Pregunté nerviosamente sin dejar de mirarle.
-No por el momento.-Contestó fríamente.
Asentí con la cabeza y no era capaz de formular otra pregunta por miedo a que me diera otra negativa, pero mi curiosidad era más fuerte que ese miedo.
Aclaré de nuevo mi garganta y me armé de valor para seguir con el interrogatorio.
-¿Vas a la escuela?.-Pregunté mientras me acercaba un poco más a él.
Brandom inhaló aire profundamente y su cuerpo se puso rígido, noté que mi acercamiento no le agradaba y volví apartarme de su lado. Se percató de ese detalle y volvió su rostro torciendo su sonrisa.
-No, acabé mis estudios hace dos años.-Contestó.
Pasó una mano por sus mechones oscuros y torció la cabeza sonriendo abiertamente.
-¿Tú vas a la escuela aún?.-Preguntó.
Asentí con la cabeza varias veces y él carcajeó.
-¿Cuántos años tienes Liz?.
-Dieciséis, la semana que viene es mi cumpleaños, ¿y tú?.-Pregunté con verdadero interés.
-Diecinueve.-Contestó sonriendo entre dientes.
Sonreí y le miré ahora más detenidamente.
-Justo lo que estaba pensando.-Dije sonriendo.
Un escalofrío me hizo estremecer, tenía la piel erizada y me froté los brazos para entrar en calor, Brandom se percató y sonrió amargamente volviendo a mirar aquellas flores.
-Si pudiera te daría calor.-Dijo.-No suelo tener una temperatura agradable.
Alcé la vista y mis palpitaciones se hicieron sonar en aquél claro, por un momento dejé de sentir frio, aquellas palabras ardían como una llama dentro de mi corazón.
Miré sus manos blanquecinas que descansaban sobre sus rodillas y apoyé mi mano sobre la suya, volvió a ponerse tenso y al cruzarme con su mirada una sombra oscura paso sobre sus hermosos ojos del color de la miel.
Dejé de tener contacto con su piel de mármol al notar su incomodidad y me abracé a mi misma dolida por su rechazo
-¿Por qué eres tan frio?.-Pregunté sin mirarle.
Hizo caso omiso a mi pregunta y se volvió para sonreírme cambiando de conversación.
-¿Quieres que te acompañe a casa?, está empezando a refrescar.
-Solo me dio un escalofrío estoy bien, prefiero quedarme un rato más.
Brandom asintió una sola vez y miró a su alrededor, quería hacerle muchas preguntas pero era obvio que me evitaba así como que permaneciera cerca de él.
-¿De dónde eres?.-Pregunté al fin.
-Nací en Londres, pero me considero de muchos sitios ya que e vivido en varios lugares.
-Debe de ser deprimente cambiar de lugar cada cierto tiempo.-Dije negando con la cabeza.
Brandom sonrió y volvió su rostro para mirarme.
-No está tan mal, aprendes cosas nuevas de cada lugar, es interesante.-Añadió mientras miraba fijamente mis labios.
Mis mejillas se sonrojaron y evité su mirada concentrándome en mis manos temblorosas, entrelazé los dedos y cogí aire llenando mis pulmones.
-¿Tienes…novia?.-Tartamudeé.
Me sentí un poco violenta al hacer esa pregunta, pero necesitaba saber si tenía a alguien especial y me evitaba de esa manera.
Me miró de reojo y sonrió nerviosamente, llevé la mano hasta mi garganta evitando que se formara un nudo en ella, pues me pareció que esa sonrisa lo confirmó.
-No, pero hay alguien especial.-Dijo torciendo su sonrisa y mirándome con ojos entrecerrados.
El nudo de mi garganta me presionaba lo que no conseguí articular ninguna palabra, era como si cada palabra que me decía me estuviera ahogando.
-¿Y tú, tienes a…alguien especial?.-Preguntó con la voz tan baja que me costó oírle.
Aclaré mi garganta e intenté mirar hacia otro lado cuando Brandom estudió mi rostro con detenimiento.
-No.-Contesté amargamente.
En un principió pensé en contestarle con la verdad, que amaba todo su ser, pero algo dentro de mí me impedía hacerlo.
No podía decirle algo asi puesto que había otra persona que le interesaba, no tenía derecho a incomodarle de esa manera por mucho que me doliera no poder decirle la verdad.
Brandom agarró mi barbilla obligándome a mirar su dulce rostro, el contacto de su mano sobre mi piel me hizo estremecer, mis ojos estaban clavados en su camisa evitando encontrarme con los suyos y que viera en ellos la decepción.
Me impresionó que se acercara él y me tomara de la barbilla, si fuera a la inversa seguramente sería rechazada una vez más, es como si el supiera lo que hacía y yo no.
-Mírame.-Dijo moviendo suavemente mi barbilla.-¿Qué te ocurre Liz?.-Preguntó preocupado.
Parpadeé varias veces antes de tener el valor suficiente para mirarle, e intenté buscar una respuesta que fuera lo más creíble posible.
-Nada, sólo recordaba un chico que veía a menudo.-Mentí.
Me soltó lentamente sin dejar de mirarme y dio un suspiro largo, su rostro se mostraba sereno y una sonrisa torcida dibujaron sus labios.
-Entonces si que tienes a alguien especial.-Dijo mirando un conjunto de margaritas que había a su lado.
-En realidad no, era solo un amigo.-Corregí.
Un crujido llegó desde el otro lado y Brandom se volvió para mirarme con una sonrisa que deslumbró al propio sol, deslizó suavemente por mi rostro una margarita, los pétalos rozaron la punta de mi nariz y parte de mis labios temblorosos.
Sus ojos profundos se centraron en aquella margarita rozando mi piel, parpadeé e intenté no moverme por no estropear aquél momento tan intimo, sentí la necesidad de decirle todo lo que albergaba mi corazón pero no me lo estaba poniendo fácil.
-Brandom...eres hermoso.-Dije con verdadera admiración.
Sonrió y sus profundos ojos se encontraron con los míos, esta vez pude aguantar su mirada, su sonrisa perfecta me dejó sin respiración como de costumbre.
-Son tus ojos que me ven así.-Dijo sin dejar de mirar mi rostro hipnotizado.
-No…-dije.-Tú eres así.-Contesté con un suspiro.
Brandom cerró sus párpados por un momento e inhaló aire, abrió sus ojos de color miel lentamente mientras lo soltaba, mi mano traicionó la orden que mi cerebro le ordenó, cuando quise darme cuenta la tenia descansando sobre su rostro de mármol, su piel helada no me hacia estremecer esta vez, noté que Brandom retrocedió al estar en contacto con mi mano cálida
y no dejaba de mirarla de reojo, dio un suspiro largo y sus ojos volvieron a cerrarse apretándolos con fuerza.
Mi dedo pulgar se deslizaba suavemente por su pálida mejilla, me sentí maravillada cuando sentí su textura suave y fría… era una sensación increíble.
Sonreí al ver cómo iba acomodando su rostro poco a poco sobre la palma de mi mano, mi corazón palpitaba con rapidez, no me llevé la mano hasta el pecho para tranquilizarlo como otras veces, esta vez dejé que palpitara con fuerza para que pudiera darse cuenta de cuánto lo amaba.
Dejó de apretar sus párpados dejándolos simplemente cerrados, sus labios perfectos rozaron la palma de mi mano cuando giró el rostro por completo, dejó de acariciar mi mejilla con la margarita, la dejo descansar en la fresca hierba que había entre los dos y una línea dibujó sus labios.
-Brandom…-susurré al mismo tiempo que el latido de mi corazón.
Abrió los ojos lentamente y se encontraron con los míos, se apartó de mi mano con rapidez y volvió a su posición de antes con el gesto preocupado.
Me aclaré la garganta y era ahora cuando estaba empezando a preocuparme, no me había dado cuenta de que había llegado demasiado lejos, el que yo me acercara era algo que le incomodaba y no me había percatado de ello hasta que le vi retroceder, pero en ese momento tan intimo no parecía haberle disgustado lo cual mi corazón se sintió aliviado.
-Lo…siento.-Dije con un hilo de voz.
Su rostro iba normalizándose, parpadeó varias veces y miró la hierba donde permanecía aquella margarita descansando, la cogió por el tallo y volvió a mirarme con una sonrisa.
Colocó con cuidado aquella flor sobre mi pelo sin dejar de sonreír, y acto después con su dedo índice acarició la punta de mi nariz con suavidad.
-No, yo lo siento Liz.-Dijo cuando se detuvo.
-No debería de haber hecho eso, perdóname.-Me disculpé llevando las manos a mi regazo.
Brandom se incorporó y se puso de rodillas frente a mí, le miré tímidamente y bajé mi rostro hasta mi falda.
Puso una mano sobre su rodilla y con la otra me agarró nuevamente por la barbilla obligándome a mirarle a los ojos, tenía una mirada dolida y el labio inferior le temblaba.
-Por favor no te disculpes, no es por ti, es por mí.-Dijo casi en un susurro.
-Dices que es por ti porque tienes a esa persona especial, lo comprendo.-Dije amargamente.
Le estudié el rostro y dejó de sostener mi barbilla para ponerse en pié, noté como dio un suspiro fustrado en el aire y negó con la cabeza, enterró el rostro en su mano e intento mantener una expresión calmada antes de volver a mirarme, extendió su mano para hacerme levantar y otro escalofrío sacudió todo mi cuerpo cuando estuve en contacto con él.
-¿Te llevo a casa?.-Preguntó evitando hablar de lo que sabía que me haría daño.
Asentí con la cabeza e intenté sonreir.
-Sólo quiero saber una cosa más.-Dije, tomé aire y continué.-¿Has pensado en mí?.
Apretó sus puños mirando hacia un lado, y segundos después se volvió para mirar mi rostro con una sonrisa que me volvió a derretir.
-No e dejado de hacerlo desde que te conocí.-Respondió pasando sus mechones hacia atrás.
Cuando lo encontré allí y escuche sus palabras de que pensó en mi creí que sería mi imaginación, pero esta vez no lo era, el lo había dicho.
Sentí como si en mi estómago estuvieran revoloteando mariposas de un lado a otro, por un momento me olvide respirar y tuve que tomar aire llenado por completo mis pulmones.
¿Pero que ahí de esa persona especial de la que hablaba?, no podía dejar de pensar en ello y volví a sentirme vacía.
Sólo estaba siendo amable conmigo nada más, puede que notara que me ofendió con sus continuos rechazos y sólo lo dijo para que no me sintiera peor de lo que ya estaba.
En cualquier caso, yo no tenía derecho a sentirme así y él no tenia la culpa de que lo amara, deseaba con todas mis fuerzas poder mirar a sus ojos profundos y decirle cuánto lo quería, no me importaba que el volviera a rechazarme, tampoco quería que lo tuviera en cuenta, simplemente quería decirlo porque no podía ocultarlo más y que él mismo decidiera que no podríamos seguir siendo amigos si yo tenía esa clase de sentimientos hacia él.
Mis labios se despegaron con suavidad y me encontré con la miel de sus hermosos ojos, otro escalofrío violento que no tenia nada que ver con el frio me sacudió y Brandom frunció el ceño.
-Será mejor que nos marchemos ya es más de media tarde y va haciendo frio.-Insistió.
Asentí de nuevo y pasó por mi lado dirigiéndose colina abajo, dí un suspiro ahogado y le seguí con la mirada cabizbaja.
-¿Quieres que te dejé mi camisa?.-Sonrió entre dientes cuando se detuvo para esperarme.
Alcé la vista y la sangre se acopló en mis mejillas haciendo ver un color rojo exagerado cuando recordé que aún tenia su camisa y ni siquiera se me cruzó por la cabeza devolvérsela, tal vez cuando lo volviera a ver…
Sonreí tímidamente cuando llegué a su lado manteniendo la distancia entre los dos, este gesto le hizo fruncir el ceño, podría jurar que en su rostro había un gesto de dolor lo cual me confundió, no sabía realmente cómo actuar al ver sus expresiones.
-Estoy bien gracias, cuando llegue a casa te devolveré tu camisa.-Dije.
-Puedes quedártela Liz, si quieres.-Dijo mirando de reojo mi rostro.
-Creo que le pertenece mas a esa persona especial, pero te doy las gracias por
el préstamo.-Dije sinceramente.
La mano fría y blanquecina de Brandom voló hasta mis labios cálidos cuando intenté decir algo más, en ese momento mi corazón deseaba decirle todo aquello que sentía, era muy injusto pero necesitaba que él lo supiera.
-Por favor Liz, no digas algo de lo que luego puedas estar arrepentida.-Se apresuró a decir.
¿Por qué iba a estar arrepentida si lo amaba?, es como si supiera lo que estaba a punto de decirle y no quisiera oírlo, entendía por que debía de ser, por su persona especial, poco a poco su mano se fue apartando de mis labios mientras que sus ojos me atravesaban.
-Está bien-Dije suspirando.-Lo siento, sólo quería preguntar si llegaste hasta aquí en caballo.
-Mentí.
Encuadró sus hombros mientras iba recuperando su postura, su expresión preocupada no desapareció de su hermoso rostro pálido, escondió sus manos en los bolsillos del oscuro pantalón e intentó dibujar una línea en sus labios.
-Sí, lo dejé un poco alejado, ¿prefieres pasear o te llevo?.-Preguntó amablemente.
-Pasear.-Sonreí.
Brandom me devolvió la suya y me tomó de la mano para continuar con nuestro paseo atravesando el bosque.
Permaneció en silencio varios minutos, de vez en cuando sus ojos se desviaron a mi rostro mientras que yo luchaba por no mirar al suyo, me dediqué a mirar su pálida y fría mano sosteniendo la mía, se detuvo en ese momento apretando mi mano con fuerza y miró hacia el lado derecho del bosque, intenté mirar su rostro pero no podía moverme de su lado.
Un gruñido que me hizo estremecer provino desde lo hondo de su garganta, me puse de puntillas mirando por encima de su hombro para averiguar que le había hecho detener y pude divisar una melena larga y ondulada de color fuego bastante familiar.
-¿Ésa de ahí no es Estefi?.-Pregunté con el ceño fruncido.
Estaba a bastante distancia de donde nos encontrábamos, nos daba la espalda y parecía estar arrodillada rompiendo algo con las manos.
El rostro de Brandom se puso tenso, crujió una rama debajo de sus pies y la mujer giró su rostro hacia nosotros, sin duda era Estefi, su largo vestido oscuro resaltaba con su perfecta piel blanquecina.
Sus ojos del color de su pelo eran ahora de un negro vacio, el viento revolvió su larga melena ondulada y con su pálida mano apartó aquellos mechones rojizos para poder vernos mejor, saludé con mi mano y nos dedicó una sonrisa dejando ver sus dientes manchados de….sangre.
-Dios…¡está sangrando!.-Grité al ver como hilos de sangre caían por sus labios.
-Vayámonos de aquí.-Sugirió Brandom tirando de mi mano.
-¡No!, vayamos a ver que le ocurre, esta herida.-Insistí intentando liberarme.
-Ella está bien, vayámonos por favor.
-¿Cómo puede estar bien si está sangrando?.-Pregunté mientras que Brandom pasó un brazo alrededor de mi cintura intentando hacer que caminara.
-Confía en mí.-Insistió.
Dediqué una última mirada a Estefi que no dejaba de mirar con esa sonrisa sangrienta y Brandom me dio la vuelta impidiendo que mirase dejándola atrás.
Negué con al cabeza repetidas veces mientras que Brandom me hacia caminar a su lado, su expresión era dura y fría, no podía creer que quisiera dejar a su prima allí sola en el bosque y sangrando.
Un recuerdo horrible se cruzó por mi mente, los horribles asesinatos que estaban circulando por la ciudad de Londres, sentí una punzada en mi pecho y mi estomago se revolvió cuando recordé la pesadilla que tuve hace un par de noches, aquél cuerpo tirado en medio del camino que iba hacia el claro.
-Brandom tenemos que volver.-Dije mientras intentaba tirar de él en dirección opuesta.
-De eso nada, te llevaré a tu casa, ella está bien ya te lo dije, no insistas Liz.-Dijo acelerando el paso.
-Y yo te repito que las personas no sangran si no les ocurre algo malo.
Su cuerpo perfecto permanecía tenso, y sus labios no se despegaron para seguir discutiendo conmigo, pero insistí en que no podíamos dejarla allí sola.
-Se escuchan rumores en la ciudad de que hay un asesino muy peligroso, no podemos dejarla allí ¿y si ese monstruo la a atacado?. Por el amor de dios es un miembro de tu familia.-Dije horrorizada.
Al llegar al camino que conducía hasta mi casa se detuvo soltando mi mano y apretó uno de sus puños, sus ojos llameaban al cruzarse con los mios llenos de confusión y despegó sus labios para comenzar hablar, creí que no lo haría puesto que se quedó en silencio por dos minutos largos.
-No es nada créeme, de todas maneras iré a buscarla.-Dijo sonriendo falsamente.
-¿Puedo acompañarte?.-Pregunté entrelazando mis dedos nerviosamente.
-No.-Se apresuró a contestar.
Sus labios volvieron a despegarse para decir algo más pero nunca lo hizo, frunció el ceño y miró por encima de mi cabeza con media sonrisa.
-¿Por qué no?.-Pregunté.
Brandom aclaro su garganta y bajó sus ojos hasta mi rostro.
-Creo que te buscan Liz.-Dijo.
Giré mi rostro y ví a mi hermana corriendo dirigiéndose a mi agitando su mano alegremente, negué con la cabeza y cuando volví a encontrarme con él ya no estaba allí, se había vuelto a ir dejándome con la agonía que sufriría hasta que le volviera a ver.
-¡Liz!, has tardado mucho, papá me dijo que me acercara al camino para ver si te veía y aquí estas.-Dijo intentando recuperar el aliento.-¿Quién era ese con el que estabas hablando?.
-Preguntó.
Parpadeé cuando Amy me hizo aquella preguntá y me volví para mirarla.
-Un amigo de la escuela.-Mentí.
No quería dar muchos detalles a mi hermana temiendo de que se lo contara a mis padres, como cuando les contó que mi amiga sufrió un accidente con su caballo.
Karisma…me pregunté si se encontraría un poco mejor, y me dio un escalofrío al recordarla sola en el claro, podría a ver sido atacada por aquel asesino como seguramente lo fué Estefi.
Pero entonces no podía entender por que sonreía, tal vez Brandom tenía toda la razón de que se encontraba bien, de no ser así, ¿por qué iba a sonreír?, miré a mi hermana pequeña una vez más pasando mi mano por sus tirabuzones de color castaño y sonreí.
-Vamos Amy, volvamos a casa.
WOWOWOW!!
ResponderEliminarMe encanto el capitulo
De verdad!
Es una tonta Liz! Obvio que se
refería a ella como su persona especial
Pero pues ya que u.u! pobre Brandom
Y lo de su prime dice mucho
u.u
Quiero mas
si, la verdad eske Liz es una pobre chica ignorante, yo me hubiera dado cuenta xDD
ResponderEliminarooo que bonito es el amorrrrr.pero no veas brandoon que cortes le mete pobrecilla liz como lo desea asta leyendo parece quelo sientes tu misma uffff es precioso eres la mejor no se como no empece antes a leerlo muahhh te teroo primisss
ResponderEliminarjaja me parto con lo de que tenian que ayudar a Estefi jaja pensaba que estaba herida cuando no lo estaba xD. Oviamente Brandon se referia a una persona especial a ella, me gusto la parte en la que la acaricia con la flor...Un beso voy a por el proximo.ATT:NATY.
ResponderEliminar